El brasileño Roberto Azevedo y el mexicano Herminio Blanco, también presentes en Davos, aprovecharon, como el resto, para mantener una intensa agenda de reuniones bilaterales en las que promovieron sus candidaturas.

   Faltaron a la cita en la estación alpina el resto de candidatos al cargo: el coreano Taheo Bark, el ghanés Alan John Kwadwo Kyerematen, el jordano Ahmad Hindawi y la keniana Amina Mohamed.

   Grosser, como González, es ministro de Comercio de su país. Azevedo es embajador de Brasil ante la OMC, por lo que sin duda participarán de la reunión "mini-ministerial" que se celebrará este sábado en un hotel de Davos, convocada, como cada año, por Suiza.

   Pascal Lamy, actual director general del organismo que rige el comercio mundial estará presente y se espera que, directa, o indirectamente, también participen Pangestu y Blanco.

   Los ministros o viceministros de Australia, China, Estados Unidos, Sudáfrica y el comisario europeo de Comercio, entre otros, también concurrirán a la cita de la que no se espera ninguna conclusión concreta.

   Esta reunión servía tradicionalmente para dar un impulso a las negociaciones de liberalización del comercio mundial, conocidas como la Ronda de Doha, pero como éstas están en coma desde hace casi un lustro, el encuentro ha servido en los últimos años simplemente para constatar esta parálisis.

   Es por ello que la tarea que le espera al próximo director general será titánica, porque será encargado o encargada de intentar resucitar la Ronda de Doha.

   Tras el fracaso de la última gran reunión negociadora -julio del 2008- los miembros intentaron sin éxito relanzar el proceso, hasta que en la cumbre ministerial ordinaria de diciembre de 2011 se asumió que no era viable seguir persiguiendo una quimera: no había consenso para concluir el "paquete" total de negociación.

   No obstante, los ministros decidieron continuar negociando alguna de las partes de este "paquete" total en las que hubiera mayor consenso, en aras a probar que el acuerdo es posible y así presentarlo al mundo en la novena cumbre ministerial, en diciembre de 2013 en Bali.

   Todos concuerdan en que si no se logra concluir un acuerdo en Bali, la credibilidad de la OMC quedará gravemente minada.

   Es precisamente en ese encuentro donde tendrá que "estrenarse" el nuevo director general, que deberá demostrar sus cualidades de prestidigitador para lograr un consenso, un "acuerdo de mínimos", que salve la dignidad de una institución que muchos comienzan a plantearse si debe seguir siendo un organismo de referencia o no.

   Cuando en septiembre del 2005 fue elegido Lamy se interpretó la designación como el deseo de los miembros de tener al frente del organismo a una persona "fuerte" y de "altura", con la determinación suficiente para llevar adelante el proceso de negociación.

   Lamy, ex comisario de Comercio de la Unión Europea, tenía el conocimiento, los contactos y el carácter suficiente para poder dirigir un proceso que se temía difícil pero no imposible, como después se comprobó.

   El alto funcionario francés consiguió aunar posturas y logró reunir a los ministros clave en una agotadora y maratoniana reunión negociadora en julio del 2008 que, al cabo de 12 días, fracasó estrepitosamente por supuestas desavenencias entre Estados Unidos e India.

   Pasados cuatro años y un segundo mandato de Lamy, algunos miembros afirman en privado que tal vez hay que enterrar la idea de una negociación multilateral y la mejor manera de hacerlo sin que se note es mantener la ronda en la Unidad de Cuidados Intensivos, algo que se lograría si eligen a un candidato de poco peso.

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