El médico tiene su consulta privada en la localidad de Smolyan, a unos 250 kilómetros al sureste de Sofía, muy cerca de los últimos cultivos que quedan de esta hierba. El lugar donde mejor crece esta planta se encuentra en el monte Rodopi, en un prado llamado "Mursalitsa", lo que ha dado el nombre popular a esta hierba y al popular té.
La planta silvestre crece a una altitud de entre 1.200 y 2.200 metros sobre el nivel del mar, en medio de rocas de caliza o terrenos cársticos, bien protegidos de los rayos del sol. La planta de color verde crece hasta alcanzar una altura de entre 20 y 40 centímetros, florece en junio y julio en color amarillo y emite un aroma mixto parecido a la miel y el limón.
Entre los elementos químicos del Mursalski chai hay sustancias como cobre, hierro, zinc, cobalto, selenio, calcio, magnesio, potasio y sodio. "Esta combinación hace que la hierba remedie no sólo las perturbaciones sexuales sino que fortalezca el organismo, aumente las defensas, proteja de catarros y gripe pero también de enfermedades cardíacas, del hígado y renales, además de la próstata", explica el médico.
Prohibida y destinada al comité central comunista
En la época del comunismo, aunque estaba prohibida su cosecha por ser una planta protegida, cada año a principios del verano el comité central del partido gobernante mandaba recoger muestras de la hierba para la alta elite política. Además, tomar el té de Mursal formaba parte de los programas de preparación para los cosmonautas soviéticos en la década de 1970, asegura Alikovski.
Sin embargo, tras los cambios democráticos a comienzos de la década de 1990 la prohibición de recogida fue levantada y se inició una explotación que casi hizo desaparecer la planta que este médico búlgaro llama "regalo de Dios".
"Gente de todas partes del país y también extranjeros llegaron a esta zona para buscar esta hierba tan rara", recuerda Alikovski. En 1996, las autoridades búlgaras impusieron nuevamente una prohibición de recogida para evitar su desaparición.
Para salvar la planta, expertos del Instituto de Botánica de la Academia Búlgara de Ciencias iniciaron poco después un proyecto para crear una variedad que se pueda cultivar en otras zonas del país y con una composición química similar a la planta "original".
"En Trigrad (una localidad cercana a Smolyan) lo han logrado y los campesinos locales quieren declarar este té símbolo oficial de su localidad para atraer a los turistas", cuenta el médico. Un empresario local incluso produce con las hierbas un té frío que se exporta embotellado a Japón, donde su venta aumentó mucho tras el desastre nuclear de Fukushima.
Y es que dicen que el Mursalski chai también remedia los efectos de la radiación y limita su expansión por el cuerpo, asegura el médico búlgaro.