La apicultora orensana Fina Pérez lleva toda la vida viviendo entre colmenas y cuando su padre se jubiló decidió tomar el relevo. Desde hace dos años, cuida de manera profesional dos colmenares, uno en O Carballiño y otro en Esgos, con unos 280 abejares.

     Pérez ya ha extraído la mayor parte del producto y espera, cuenta a EFE, alcanzar la nada desdeñable cifra de 6.000 kilos. No obstante, aunque reconoce que este es un año mejor que el anterior, reitera que "no es un año de los buenos, buenos".

     Román Cid lleva trabajando con abejas desde hace aproximadamente tres décadas. Desde entonces ha visto la evolución de un sector que, si bien ha progresado con el paso de los años, todavía está muy "desaprovechado".

     Desde 2005 el precio de los productos de la actividad apícola ha estado "en constante ascenso", apunta Cid, mientras "Galicia apenas representa el 4 por ciento de los enjambres españoles". Unas cifras que sitúan a la Comunidad muy lejos de las regiones líderes, como es el caso de Andalucía.

Hace falta más formación en este sector


     Parte de la base de este problema radica en la falta de formación. Muy pocas personas que tratan de sacar rendimiento de las abejas tienen unos conocimientos profundos sobre esta disciplina y para suplir esta carencia Cid imparte cursos para profesionalizar esta actividad, como el de Celanova.

     En esta actividad aprenden buena parte de lo necesario para arrancar o continuar de manera más cualificada en este ámbito. Pero no todo son facilidades. De hecho los alumnos muestran el descontento por la falta de apoyo para la compra de material, un libro de "40 euros que la Consellería de Medio Rural no nos paga, cuando en cursos de otras consellerías dan desde tablets a discos duros".

      Reivindican además la importancia de los apicultores en el mantenimiento del ecosistema: "Sin apicultores no hay abejas y sin abejas no hay polinización" fundamental en la naturaleza.

     Conocen también la biología de las abejas, aprenden a cuidar de sus enjambres o cómo plantar cara a nuevas amenazas como la "velutina", más conocida como "avispa asiática", una especie muy voraz con los enjambres en particular y con todo el ecosistema en general. Puede ser, según Cid, "catastrófica".

     Además tienen gusto por los frutos dulces y "según se puede leer de los franceses y vascos, que llevan más tiempo enfrentándose a este problema", tienen especial predilección por las uvas, una cuestión especialmente relevante en una comunidad como Galicia, con amplia tradición vitivinícola y cinco denominaciones de origen -cuatro de ellas en la provincia de Ourense-.

No se sabe gestionar el problema de la desaparición de las abejas


     Cid considera que en el origen del problema no se tomaron las medidas pertinentes que podían haber reducido el impacto de esta avispa en el ecosistema. Ahora, una vez que el problema está instalado, tampoco se está gestionando del modo correcto, abunda. "Tan solo se retiran los enjambres" y eso no es suficiente, puntualiza.

     La directora general de Producción Agropecuaria de la Xunta, Patricia Ulloa, afirma en una conversación con EFE que la retirada de nidos es importante, ya que se destruye a la avispa reina y así, las obreras, se ven imposibilitadas de crear otro hogar.
   
     Si alguna obrera queda libre, indica, se colocan trampas para atraparlas y, si no se consigue, tienen un período de vida muy corto, de apenas un mes. "No hay mucho más que hacer. Seguiremos con estas actuaciones y las reforzaremos", apunta esta experta, quien detalla que aún no hay datos sobre la afección en las producciones de frutos ni de abejas por lo que "hay que estar atentos" pero no alarmarse.

     "No los tenemos -datos- porque no nos los facilitan y no nos los facilitan porque no existen", concluye.

     El secretario técnico de la Asociación de Apicultores de Galicia (AGA), Jesús Asorey, también coincide en alertar de que Galicia perderá un 20 por ciento de su producción por la acentuación de los microclimas, la pérdida de ejemplares y el hallazgo de la avispa velutina, que en la costa de Lugo reducirá un 30 por ciento la producción de la zona.

      Aún así, Asorey subraya que esta situación no afecta a la calidad, por lo que la miel continuará con la evolución vertiginosa que sufrió en los últimos años, pasando de un producto histórico, natural y artesano que se usaba en la medicina a extenderse a la cocina.

     Precisamente, ha sido en el ámbito de la restauración donde ha adquirido un papel más relevante, dejando de ser un mero edulcorante, a convertirse en un elemento culinario fundamental en los platos más vanguardistas.

     Dentro de todas sus variantes, el multifloral o el monofloral -eucalipto, castaño, brezo o queiroga y silva- y con todos los problemas, la miel gallega va ganando adeptos, aumentando su consumo en los últimos años, manteniendo la biodiversidad y poniendo en auge al sector gracias a la confianza de éstos.

(Foto: Archivo www.berenguela.com)

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