La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) reivindica a las administraciones «una actitud proactiva y cómplice» que no ayude a criminalizar al sector agrario y que considere a los agricultores como aliados en la lucha contra los incendios y, en consecuencia, les apoye de manera decidida.
«Somos los primeros interesados en evitar que las quemas agrícolas causen incendios, porque está en juego nuestra actividad económica e, incluso, hay casos de agricultores que han perdido la vida. Criminalizarnos por imprudencias puntuales no es la solución. Si de verdad las administraciones quieren revertir la situación, hay que ser proactivos y apostar por medidas agroambientales que, pese a no costar demasiado dinero, pueden resultar muy eficaces», asegura el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado.
«Es muy fácil escuchar a algunos grupos ideologizados e interesados que insisten en culpar a todo un colectivo por la imprudencia de unos pocos agricultores»
Entre las actuaciones que propone la organización agraria para reducir los riesgos por quemas de rastrojos cabe destacar el uso de máquinas trituradoras de propiedad pública en aquellas parcelas situadas hasta a 500 metros de los bosques; la pionera puesta en marcha de cursos de formación gratuitos que permitan a los agricultores detectar los riesgos y adoptar las precauciones más adecuadas; o realizar un calendario programado de quemas por zonas cercanas al monte bajo la coordinación de cada ayuntamiento y la vigilancia de la policía, lo que conseguiría una rápida reacción en caso de incendio.
Asimismo, AVA-ASAJA sugiere otras iniciativas preventivas tales como la limpieza de maleza en las áreas de los bosques más próximos a los huertos (los propios agricultores podrían hacerlo a cambio de pagos directos); la limpieza de los barrancos y cauces naturales.
De igual forma, reivindican la construcción de balsas públicas en las zonas más peligrosas que estarían conectadas a tuberías de riego de alimentación fija e inmediata; ayudas para el fomento del pastoreo; y medidas de recuperación de campos abandonados, ya que mientras un huerto productivo limpio de malas hierbas frena las llamas, uno abandonado contribuye en cambio a propagarlas.
«Hay mucho por hacer en la lucha contra el fuego. Ideas no faltan y muchas de ellas apenas necesitan inversión económica. Los agricultores podemos prestar una inestimable colaboración, pero para ello las administraciones nos tienen que dar esa posibilidad. Es muy fácil escuchar a algunos grupos ideologizados e interesados que insisten en culpar a todo un colectivo por la imprudencia de unos pocos agricultores. Lo difícil, y al mismo tiempo lo más efectivo, es ser proactivos y combatir los incendios de la mano del agricultor», concluye Aguado.