Donaciano Dujo / Presidente de ASAJA Castilla y León
Soy de Ledigos, un pueblo en el camino de Santiago en la provincia de Palencia con una superficie de 3000 hectáreas, de las que 1700 son de cultivo y 1300 de monte. En los años sesenta había 10.000 ovejas y más de un centenar de vacas pastando en Ledigos, y cerca de 50 agricultores se ocupaban de trabajar la tierra. Con una agricultura poco más que de supervivencia, había que aprovechar todo el terreno para conseguir el máximo cereal posible, para venta y para mantener la ganadería.
Hoy no hay en mi pueblo ninguna oveja y por supuesto ninguna vaca pastando y seis agricultores nos ocupamos de la tierra, con explotaciones mucho mayores, tratando de obtener un poco de rentabilidad -y a veces ni se consigue- y tratando de cumplir la maraña de normativa que llega por triplicado de Bruselas, Madrid y Castilla y León. Ya no queda uno solo de esos rebaños que recorría tierras y montes buscando hierbas y brotes para alimentarse, tampoco prácticas ancestrales como las quemas controladas de rastrojos, con las que nuestros antepasados eliminaban maleza, malas hierbas, y plagas que ahora se han hecho resistentes pese a tantos productos fitosanitarios.
Hoy en Legidos, todo lo que es de titularidad pública, por tanto, lo que es de todos, desde el monte en su totalidad, hasta los márgenes de los arroyos y regueras o las cunetas de los caminos, están llenos de hierbas secas acumuladas durante años, sin aprovechamiento, pero también sin limpieza. Una tea que puede arder cuando las circunstancias vienen mal dadas, y sabemos que en los últimos años el riesgo se ha multiplicado. Un rayo, un accidente o un pirómano, que ahí están, pueden ser el origen de un incendio que con estas temperaturas y sequía ya crónica del terreno tiene propagación devastadora y es muy difícil de apagar.
Los episodios de los últimos tiempos exigen cambiar las cosas, no basta solo con lamentarnos hasta que ocurra una nueva desgracia. La Ley de montes nacional y de las Comunidades autónomas se ha comprobado que no están adaptadas ni a la climatología actual ni a las prácticas agrícolas y ganaderas actuales, ni a la despoblación que padecemos. Los profesionales del campo -que algo sí lo conocemos, aunque a veces parezca que no quieren escucharnos ni siquiera cuando queremos salvar nuestras explotaciones de las llamas-, lo primero que no entendemos es el concepto de monte.
El sentido común apunta que monte es una masa arbolada de cierto tamaño, pero la ley viene a considerar “monte” todo lo que no es urbano o agrícola. Así, si Castilla y León tiene tres millones de hectáreas de terreno forestal, a efectos de la normativa hay 5.135.000 hectáreas, casi el doble. Una cifra que se infla llamando forestal a prados y pastizales. También importante es señalar que más de la mitad de esos cinco millones de hectáreas son de titularidad pública, principalmente de ayuntamientos y entidades locales menores.
Cuando todo se protege, al final no se protege nada correctamente. Los recursos, en medio ambiente, en sanidad, en pensiones, en lo que quieras, son limitados, y el que diga lo contrario es un demagogo. Al final, las masas de verdad arboladas, están tan atendidas o más bien tan olvidadas como un pastizal, en lugar de ser zonificadas, divididas por cortafuegos de anchura, bien mantenidos, que eviten que el fuego se frene, porque incendios siempre ha habido y por desgracia seguirá habiendo.
La postura más fácil para las administraciones es prohibir. Si prohíbo, nada pasa, nada gasto, parece que piensan algunos. Pero eso no es verdad. Se han diseñado demasiadas políticas infantiles, apoyadas por algunos grupos ecologistas a los que, por cierto, hemos echado en falta estos días, cuando los vecinos salían a defender como podían sus pueblos de las llamas. Las administraciones tienen que contar con los que estamos 365 días al año en el territorio. No puede ser que un paisano no pueda si quiera limpiar un camino que pasa por su finca.
Cuando todavía huelen las ascuas de los incendios en tantos puntos de la región, no creo que sea el momento de anunciar a bombo y platillo medidas sin el respaldo técnico preciso y sin estar consensuadas por las propias personas que vivimos en el campo. Los cambios que se necesitan son de calado y hay que dar pasos firmes y no soflamas en caliente.
Lo que sí es urgente es permitir a los agricultores finalizar las labores de siega en tiempo y forma. Al igual que en el tema de la Ley de Montes y lo que considera “monte”, la administración tiene que afinar más en sus limitaciones, porque no es lo mismo la temperatura y humedad en Tierra de Campos que en la periferia de la Comunidad. Satélites hay para comprobar hasta media hectárea fuera de sitio, no parece que en este siglo XXI no se pueda afinar más sobre las condiciones que deben regir en cada zona de una comunidad tan extensa como la nuestra.
Estos días he oído más que nunca lo que siempre decimos, que los fuegos se apagan en el invierno. Los meses que vienen hay que planificar un nuevo marco normativo para que estas situaciones no se repitan o al menos no de forma tan grave. Es necesario y es obligación de los políticos, y en especial de Pedro Sánchez y Alfonso Fernández Mañueco, impulsar un cambio, porque lo que hay está claro, por dos veranos consecutivos, que no funciona.
Y si lo de invertir es demasiado, pues con un palo y unas cabras se puede ir empezando.Asi lo hicieron la mayoría. Y ya nos ira contando su evolución y descubrimiento de lo sostenible.
Señor, tiene que educarse en lo que es la ganadería, la agricultura ecológica y sustentable. Aprendiendo mucho sobre eso podrán desarrollar esos campos y montes, concientemente con las reglas de la naturaleza que nos da el Dios Todopoderoso.
Hola D. Gerardo. Que gran favor haria usted a la sociedad invirtiendo en actividades agricolas o ganaderas en esos campos y montes y con sus aprendizajes marcar una nueva pauta para todas esas gentes del campo que tanto tienen que aprender.
Animo Don Gerardo.
Si nos liamos a poner pinos y pinos (resina pura)donde nunca los hubo o los hubo cuando los dinosaurios bien junticos kilómetros y kilómetros sin cortafuegos o los q hay no valen ni pa las jaras se crea la mecha más larga de Castilla quién iba a pensar q nunca iban a arder con cambio o sin cambio climático? ,si no se aprovechan las tierras en barbecho para hacer cortafuegos y la despreocupación de la administración es total
Esta muy bien descrito el panorama general. Un pais donde el monte y superficie forestal aumenta, pero se halla en general abandonado. Vamos, el ideal ecologista.
Lo de mantener limpios los montes es a mi juicio batalla perdida. La ganadería extensiva, pues sí, eso mantenia los montes limpios antes, pero ya no es rentable en la mayoría de los casos y poco o nada va a contribuir a tener los montes limpios.
Una herramienta que toda la vida se ha utilizado para la prevención de incencios ha sido el fuego, las quemas controladas como herramienta de prevención.
Pero la pregunta que yo me hago es si las Administracione Públicas están dispuestas a emplear esa herramienta preventiva y barata, el fuego para crear barreras que frenen los incendios.
A los bomberos ya los tenemos, y otros medios de prevención tambien, que sean ellos los que en invierno provoquen incendios controlados para frenar en esas zonas de riesgo los incendios que tarde o temprano llegan a muchas de nuestra sierras.
Nota: (¿Por qué será que muchisimos jovenes quieren ser bomberos hoy en día?)
Soy ecologista y estoy muy de acuerdo con la carta de esta persona que tambien es ecologista. Hay que salvar el campo ya¡¡ Las subvenciones de la PAC deberian contener , tambien ayudas para la limpieza y mantenimiento de terrenos forestales puros y agricolas forestizados. Un abrazo muy fuerte.
Ya se dan ayudas en la PAC para mejora de la vía ilidad de los bosques. Concretamente la Junta de Castilla la Mancha recibió en 2021 casi 54 millones de euros. Otra cosa es si se gestionan bien esos fondos. Sería un buen trabajo de investigación periodista
Pues no sé cómo es usted,pero el 99% de lo que está pasando es culpa de los escologistas,o ecologetas como yo les llamo
Comentario muy razonado, fundamentado y amable, salvo las impepinables puyitas contra los ecologistas (esos que dicen que mandan mucho y además son todos nacidos y residentes en capital y no conocen el campo) y la administración prohibidora (precisamente en un país que se caracteriza por el buen hacer sin necesidad de normas, ya se ha visto con el covid). No obstante, el monte no es necesariamente una zona arbolada, de hecho, muchas zonas forestales o de monte solo tienen matorral y monte bajo. Otra cosa es considerar los pastos o no, pero en definitiva, lo importante es la gestión
La ordenación y la gestión es lo esencial. Nos guste o no modelamos el paisaje. Se debe ordenar y decidir que va a ser campo, que pasto y que bosque. Y entre el pasto y el bosque tal vez un paisaje de transición, adehesado. Así, el fuego encuentra dificultades, pero en un país donde el 95% de los fuegos son por causas humanas hay que ser consciente que se van a seguir produciendo. En esa ordenación caben agricultores y ganaderos. Pero la PAC modela el paisaje; si las ayudas en lugar de a la producción iría al extensivo, veríamos menos tractores y más pastores. Con este modelo agrario, toda España se ve abocada a que donde termina el cereal comienza el monte (pinar, robledal,etc.). Así es difícil contentar a ninguno, ni ecologistas ni no ecologistas.
Le envidio Sr. Donaciano 1.700 hac para 6 agricultores es un pastizal vía PAC , cosa distinta es el rendimiento de la tierra. La exposición que Vd.hace es muy clara y muy veraz prácticamente es lo que pasa en el mundo cerealista pero no se resiste aunque sea de refilón a señalar a un colectivo como responsable de la situción cuando bien sabe que no es así, pero claro entre su gente hubiese quedado mal que no lo hubiese dicho, es más algunos lo considerarán flojo.
Todo el mundo echa en falta la ganadería para «limpiar » el monte , pero prácticamente nadie quiere que sus hijos sean pastores , un problema de dificil solución.Los incendios son un desastre que nos viene dado por la sequía, todo el monte es una tea que prende a la menor chispa la solución es dificilisma ,si es que la hay ,por eso las medidas tomadas por las administraciones aunque sean improvisadas me parece razonable seguirlas y también me parece razonable no buscar culpables de los problemas a colectivos que ni por asomo tienen que ver en el asunto.Esto último no hace más que evidenciar la impotencia frente al problema. Un saludo.
Manuel Ignacio, lo mismo te piensas que labran esas 1700 hectáreas solo los seis del pueblo. Hay un montón de gente de unos cuantos pueblos que labran allí