Carmen Quintanilla Barba / Presidenta Nacional de la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER)
El 15 de octubre es una de las fechas que AFAMMER tiene marcadas en el calendario, pues hoy celebramos nuestro día, el Día Internacional de la Mujer Rural. Una fecha para seguir reivindicando y visibilizando a más de un tercio de la población mundial pero sobre todo, a las que sin duda son las cuidadoras del planeta. Lo son porque de ellas depende la supervivencia de nuestros pueblos y el desarrollo sostenible de todo el planeta.
Por ello, en este Día Internacional de la Mujer Rural tenemos que reconocer y visibilizar el importante rol que desempeñan las mujeres del medio rural; su contribución decisiva en el desarrollo sostenible; en la seguridad alimentaria y en la erradicación del hambre en el mundo. Algo que desde AFAMMER reivindicamos los 365 días desde hace más de 37 años.
Casi cuarenta décadas de trabajo donde venimos alertando de que sin mujeres no habrá futuro en nuestros pueblos, algo que nunca nos cansaremos de decir pues aun hoy tenemos que seguir alzando la voz para seguir denunciando las desigualdades y la falta de oportunidades a las que se enfrentan. Pues la realidad nos dice que a pesar de estar mejor formadas de lo que lo estaban sus madres y sus abuelas, encuentran mayores obstáculos a la hora de encontrar un trabajo acorde a su nivel de formación, o en caso de encontrarlo en muchas ocasiones es empleo de baja calidad o perciben un salario menor que el de los hombres.
Circunstancias que provocan que nuestras mujeres se marchen de nuestros pueblos en busca de las oportunidades que su entorno les niega, criando a sus familias en las ciudades. Permítanme aportar unos datos que reflejan los principales obstáculos a los que se enfrentan las mujeres rurales. Por un lado, la tasa de paro femenino en las menores de 25 años del medio rural roza el 50% frente al 41% de las que viven en las ciudades. Y a pesar de que realizan el 66% del trabajo en el mundo y producen el 50% de los alimentos, tan solo reciben el 10% de los ingresos y poseen un 1% de la propiedad. Es decir, tienen un menor acceso a la tierra, a los recursos naturales y un menor control sobre los mismos. Según la FAO, si cerráramos la brecha de género en la agricultura el número de personas hambrientas se reduciría en unos 150 millones y el PIB mundial aumentaría en 12 billones de dólares para el año 2025.
Pese a las dificultades con las que se encuentran, son ellas las que crean el 54% del empleo autónomo en el medio rural en España. Lo que nos hace entender que es más que probable, que si contaran con menos barreras y más apoyo la tasa de emprendimiento femenina sería mucho mayor. Debemos aprovechar que las mujeres rurales comienzan a ser conscientes de su liderazgo para impulsar más proyectos viables y sostenibles. Pues apoyando su liderazgo, se asegura el futuro y el desarrollo de sus municipios y comarcas, repercutiendo al mismo tiempo en la vertebración social y territorial del país.
Y además, tenemos que dar un mayor protagonismo a la mujer rural en las políticas de desarrollo sostenible pues tenemos ante nosotros el gran reto global de cumplir con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y con las 169 metas planteadas en la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Unos objetivos universales, ambiciosos y participativos, que nos permitirán cuidar del futuro del planeta y sus gentes.
El futuro del medio rural depende por tanto, de ofrecer oportunidades a las mujeres y a sus familias. Si ellas se van, nuestros pueblos desaparecen. No puedo finalizar este artículo sin desearle a todas ellas un Feliz día de la Mujer Rural de mi parte y de las más de 180.000 mujeres que formamos parte de la AFAMMER. ¡Felicidades a todas!