El grupo de trabajo formado por las tres diputaciones forales de Euskadi, el Gobierno Vasco y el sector forestal para hacer frente a la enfermedad de los pinos conocida como ‘banda marrón’ se ha reunido hoy de nuevo para analizar la situación, que se considera «excepcional» por el amplio alcance de una afección para la que por ahora no existe un tratamiento efectivo para frenarla.
En una nota, las Diputaciones de Bizkaia, Gipuzkoa y Álava han explicado que vienen trabajando desde octubre de 2017 de forma conjunta con el sector forestal y con el Gobierno Vasco para tratar de controlar el avance del hongo responsable de la enfermedad, conocida como «banda marrón» por el color que deja en los pinos.
Este hongo está afectando «con mucha virulencia» a las plantaciones de esta especie y muestra un comportamiento expansivo «desconocido» hasta el momento.
La rapidez de la expansión de esta enfermedad de los pinos se refleja en que, en una primera prospección hecha en enero y febrero de este año en Bizkaia, se detectó que había unas 2.000 hectáreas afectadas. Una segunda exploración efectuada en julio determinó que estaban dañadas entre 15.000 y 16.000 hectáreas, un 25% de las 65.000 hectáreas de pino radiata existentes en este territorio. En Bizkaia hay en total unas 132.000 hectáreas de masa arbolada.
En Bizkaia, la Diputación ha aprobado ayudas por valor de 1,4 millones de euros para apoyar a los propietarios forestales
Ante la «excepcionalidad» de la situación, las instituciones vascas crearon en octubre de 2017 un grupo de trabajo asesor forestal, que ya ha celebrado varias reuniones -la última, hoy- y en el que participan las tres diputaciones, el Gobierno Vasco, el instituto de investigación Neiker y la asociación profesional del sector forestal Baskegur.
Han destacado que el control de esta enfermedad de los pinos se está viendo «dificultado» por la inexistencia de un tratamiento con garantía de efectividad y para prevenir la infección de los ejemplares no afectados que cuente con la preceptiva autorización para su uso por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Para hacer frente al problema, las instituciones experimentan con productos fungicidas, recogen piñas de ejemplares que se han mostrado resistentes a la enfermedad con vistas a su reproducción, buscan especies de pino resistentes a la ‘banda marrón’ y han establecido líneas de ayudas para paliar los daños económicos que este hongo está causando al sector.
En Bizkaia, la Diputación ha aprobado ayudas por valor de 1,4 millones de euros para apoyar a los propietarios forestales que han tenido que cortar pinos con menos de 25 años (es decir, que se han tenido que cortar antes de la edad habitual para ser talados e introducidos en el mercado). Entre 600 y 700 propietarios forestales vizcaínos han solicitado ya acogerse a estas ayudas.
Estas afecciones de los pinos son conocidas en Bizkaia desde hace muchos años, pues se tiene constancia de su presencia en los bosques del territorio desde 1973, pero en esta ocasión se ha producido una situación extraordinaria dada la rápida extensión de la enfermedad y su alcance, lo que se atribuye en principio de las condiciones climáticas en el último año, con un invierno muy húmedo y un verano muy seco.
En Gipuzkoa, el territorio donde primero afectó la enfermedad de los pinos, se viene trabajando en medidas que incluyen la corta de pinos adultos y el establecimiento de ayudas para la reforestación, así como ayudas para el tratamiento de la enfermedad y la realización de tratamientos aéreos para prevenir la procesionaria -oruga que afecta también al pino- y evitar así un debilitamiento de los pinos que los hiciera más vulnerables a la «banda marrón».
Aunque no se ha conseguido frenar la enfermedad de los pinos, la Diputación guipuzcoana seguirá trabajando principalmente en dos direcciones: promoviendo nuevas plantaciones de especies resistentes a esta enfermedad y estudiando medidas contra la misma para su aplicación.
En Álava se vienen manteniendo reuniones trimestrales con Baskegur en las que se analiza la evolución de la enfermedad y se plantean alternativas para luchar contra ella, en una comunicación «constante» con el sector.