El Grupo de Investigación de Riesgo Cardiometabólico del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico de Valencia, INCLIVA, y el Servicio de Endocrinología y Nutrición de este Hospital han demostrado en un estudio que la ingesta de las grasas insaturadas, como las que se encuentran en el aceite de oliva y frutos secos, inducen cambios beneficiosos postprandiales (estado del metabolismo tras la absorción de los alimentos), durante y tras la digestión.
Del mismo modo, contrariamente a lo que esperaban los investigadores, producen una reducción progresiva de los niveles plasmáticos de glucosa e insulina, con una reducción del estado de resistencia a la insulina y de los niveles de estrés oxidativo. El trabajo ha sido publicado recientemente en la prestigiosa revista internacional «Plos One».
El estado postprandial constituye el estado metabólico habitual en el que se encuentra el ser humano a lo largo del día, al producirse una superposición de los productos absorbidos en las distintas comidas diarias. Este estado de absorción se manifiesta de dos a cuatro horas después de la ingesta de alimentos. Durante este período hay diferentes aumentos en la concentración de la glucosa en la sangre, aminoácidos y triglicéridos.
La investigación realizada tenía como objetivo evaluar el efecto de una sobrecarga oral grasa rica en ácidos grasos insaturados sobre diferentes parámetros metabólicos como la glucosa, la insulina y los lípidos, así como el estrés oxidativo tanto en sujetos sanos como en pacientes con obesidad abdominal.
El doctor Sergio Martínez-Hervás, médico adjunto en el Servicio de Endocrinología del Hospital Clínico de Valencia, explica que el estudio se realizó con la participación de 40 voluntarios; 20 de ellos eran sujetos control y los otros 20, pacientes con obesidad abdominal. Tras un ayuno de 12 horas se realizó una ingesta de un preparado comercial rico en ácidos grasos insaturados (50 g/m2 de superficie corporal).
«Al analizar su sangre observamos un incremento significativo de los triglicéridos plasmáticos, alcanzando un pico máximo a las 4 horas y una posterior reducción de los mismos. Sin embargo, tanto en los sujetos sanos como en los pacientes, y contrariamente a lo que inicialmente esperábamos, se produce una reducción progresiva de los niveles plasmáticos de glucosa e insulina, con una reducción del estado de resistencia a la insulina y de los niveles de estrés oxidativo» explica.
A juicio del doctor. Martínez-Hervás, la principal conclusión del trabajo es que «los ácidos grasos insaturados inducen cambios beneficiosos a nivel metabólico tras la ingesta que podrían hacer cambiar las recomendaciones dietéticas actuales a los sujetos con obesidad y/o diabetes, dado que se les recomienda una ingesta pobre en grasa».
«No se trata de abusar ahora de las grasas insaturadas ya que su aporte calórico sigue siendo importante, pero podemos ser más flexibles en cuanto a su consumo» explica el doctor.