La Comisión Europea consulta ya con los Estados miembros una nueva lista de contramedidas por valor de 72.000 millones a productos estadounidenses, pero no tiene «intención» de aplicarlas antes del 1 de agosto, cuando entrarán en vigor los últimos aranceles del 30% a productos europeos anunciados por la Administración Trump, con la que Bruselas continúa unas negociaciones que han entrado en la «fase más delicada». En esa lista se incluirá al bourbon que en su momento se retiró de la primera lista porque en especial Francia e Italia temía que provocara un ataque contra el vino y los espirituosos europeos.

Esa relación apunta a sectores claves para las exportaciones estadounidenses como la industria aeronáutica y automovilística, el agroalimentario y los productos químicos.

El elenco de importaciones estadounidenses que deberán pagar un recargo aún sin precisar pero que podría incluso ser recíproco, si la Administración de Trump no da marcha atrás, se declina en dos grandes capítulos, ambos claves. Para empezar, el relativo a la industria agroalimentaria. Esa lista incluye frutas, verduras, alimentos preparados, semillas, tabaco, café, pescado, productos manufacturados de origen animal como el cuero e incluso animales vivos, sobre todo de granja, como aves y ovejas. También animales exóticos, como los loros, e incluso propone gravar la exportación de ballenas, delfines y camellos.

Ese capítulo de mercancías recoge una emblemática: el bourbon, el vino, la importación de vides y de bebidas espirituosas. El bourbon se incluyó y después se descartó, por presiones de Italia y Francia, ya que cabe destacar que Trump había amenazado con gravar el vino europeo con una tasa del 200%. Sin embargo, en esta nueva lista se ha optado de nuevo con incluir al bourbon en las contramedidas europeas.

Asimismo, también se podría incluir otros productos agrícolas, en especial la soja, aunque en este caso queda en el aire si se aplicaría de inmediato o como en las primeras contramedidas se aplicaría desde el 1 de diciembre. En este caso, la CE hizo caso del sector agrario por el «efecto directo en los costes de producción del sector ganadero». En el caso de la almendra, que desde el primer momento ha sido una petición del sector español, no se hablado nada de momento.

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