En él participan empresarios, bodegueros, investigadores universitarios y representantes institucionales de todos los países convocados: Andorra, Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, México, Portugal, Perú, Uruguay y Venezuela, junto con España. Por tanto, reúne al primer país del mundo en términos de superficie de viñedo y producción (España), junto con algunos de sus principales destinos de exportación y actores crecientes en el Nuevo Mundo vitivinícola.
Los cambios dentro de la CE para abrir el debate
En esta mesa redonda, moderada por el director general del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), Rafael del Rey, se abordaron las necesidades desde el punto de vista empresarial ante la exportación y el comercio global vitivinícola.
Al respecto, Jesús Zorrilla, jefe de la Unidad Vinos de la D.G. Agri de la Comisión Europea, presentó brevemente el marco de la política europea en relación al vino.
Así, destacó que la política europea vitivinícola estuvo centrada hasta 2007 en la eliminación de excedentes. No obstante, desde 2007 se centró en el fomento de la competitividad y, especialmente tras la reforma de la OCM de 2008, en los programas para incentivar las inversiones en el sector, tanto en bodega como en el viñedo. De esta forma, se ha dejado de subvencionar el arranque de viñedo y la destilación de vino, como método para la eliminación de excedentes. Zorrilla destacó como uno de los cambios más relevantes en el corto plazo para el sector vitivinícola el nuevo sistema de autorizaciones de plantación, que entrará en vigor a partir de 2016.
La homologación normativa y de prácticas enológicas es una de las cuestiones esenciales, por ello, desde la CE se apoya la tarea de la OIV para consolidar los estándares del vino y las prácticas enológicas. Algo que es “esencial” para eliminar gran parte de las barreras comerciales con las que puede encontrarse el vino.
En este marco, Jesús Zorrilla defendió el trabajo a nivel comunitario para defender y proteger el uso correcto de las indicaciones geográficas europeas en los terceros mercados. Al punto, indicó que sería “importante” alcanzar un acuerdo entre la UE y Mercosur en este aspecto. “Hemos liberalizado a nivel arancelario el comercio con Chile, Perú, Colombia, México y estamos a punto de hacerlo con Ecuador, ahora sería muy interesante lograrlo con Mercosur”, manifestó.
Limitaciones de acceso y diferencias fiscales con los países iberoamercianos
Por su parte, Ramón Vélez, director general del Consejo Mexicano Vitivinícola y presidente del Comité de Promoción del Vino Mexicano, reiteró que México es un país con una dinámica hacia los mercados internacionales importantes, “totalmente abierto”. Como muestra citó que el país centroamericano mantiene en vigor 12 tratados de libre comercio con 44 países o bloques comerciales.
António Soares Franco, presidente y CEO del grupo portugués José María da Fonseca, con más de 40 años en el comercio internacional de vinos, valoró las oportunidades que ofrece Iberoamérica para el vino luso y español, fundamentalmente en Brasil y México. Además, señaló que los sectores de España y Portugal cuentan con un ventaja que es la proximidad cultural con Iberoamérica.
Una de las trabas que encuentran las empresas a la hora de comercializar sus productos en Iberoamérica son las limitaciones de acceso y las diferencias fiscales para sus productos que los productos procedentes, por ejemplo de Argentina o Chile, que cuentan con acuerdos de comercio preferente, así como trámites y procedimientos excesivamente burocratizados.
Condiciones de acceso "diferentes" para el vino español
En la misma línea, Javier Pagés, presidente de la Federación Española del Vino (FEV) y del Grupo Codorníu, coincidió en que hay ocasiones en las que al vino Europeo en general le imponen “condiciones de acceso al mercado diferentes”, lo que impide desarrollar en estos mercados el comercio del vino. “Hay miles de trabas, con el etiquetado, las menciones… que hacen que los departamentos de exportación, que deberían ser esencialmente comerciales, se conviertan en centros de documentación y análisis de legislación”, manifestó, por lo que expresó que sería deseable una “homogeneización”.
Asimismo, exigió garantías de seguridad jurídica para las inversiones que las bodegas españolas y europeas han hecho o tienen previsto hacer en Iberoamérica.
A su vez, Eduardo Medeiro, administrador del Grupo Bacalhoa, de Portugal identificó como oportunidades para el vino en la coyuntura actual la aparición de nuevos mercados de consumo, la existencia de tecnología que permite estar más cerca del consumidor, así como los avances en mecanización de viñedo y racionalización de técnicas de regadío en viña. Por el contrario, señaló como amenazas para el sector la emergencia de nuevos actores internacionales que entran en competencia directa con los productores tradicionales y la presión que pueden ejercer sectores sociales que consideran el vino “como una droga”, alejado del concepto de alimento.
Unas de sus reivindicaciones que mejor recibimiento tuvo fue la de que el sector del vino sea capaz en un futuro próximo de disputar “cara a cara” con empresas como Apple el talento de las universidades. Para ello es fundamental mejorar la relación universidad/empresa en el sector del vino para que los nuevos talentos integren el futuro del sector vitivinícola.
El Foro también ha permitido conocer realidades vitivinícolas como las de Andorra, de mano de Albert Farré, de Celler Borda Sabaté. Su incorporación al panorama vitivinícola como país productor es muy reciente, con apenas ocho años de producción.
Evaristo Babé, presidente de Fedejerez y del C.R.D.O. del Brandy de Jerez, aportó una visión empresarial de las preocupaciones ante el comercio internacional. Las necesidades empresariales pasan por una limitación de la regulación y una mayor homogeneización de las legislaciones; más libre competencia y una lucha contra la competencia desleal con agilidad y eficacia.
Asimismo, reclamó un mayor equilibrio en relaciones con la distribución. A su juicio, es esencial que las Administraciones Públicas “defiendan mejor a las marcas comerciales”, patrimonio de las empresas, y la defensa de las indicaciones geográficas en terceros países.
Un debate abierto sobre todo los frentes abiertos y el futuro que espera al sector
En el debate posterior, Jesús Zorrilla, justificó que en un sector que recibe subvenciones europeas exigen de esa burocracia extensa, “para controlar el gasto del dinero comunitario”. Asimismo, recordó que desde hace unos años, la UE dejó de realizar acuerdos bilaterales relativos a prácticas enológicas, para pasar a tomar directamente las indicaciones de la OIV.
Por su parte, Ramón Vélez, explicó las medidas llevadas a cabo en México para fortalecer la presencia y conocimiento del vino en el sector servicios. Para ello se ha implementado un esquema de capacitación que concede preparación práctica en el mundo del vino a través de una herramienta de e-learning (formación online).
Ahondando en el aspecto del consumo, António Soares Franco, destacó que el vino ha de ser capaz de cambiar al tiempo que cambian los consumidores. “Buscan cosas nuevas y las bodegas tienen que tener la agilidad suficiente para lanzar vinos que se adapten a sus nuevos gustos”, explicó. Para ello, consideró importante que haya un intercambio efectivo de conocimiento entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo vitivinícola, para que haya un “futuro para el vino”.
Por su parte, Javier Pagés, presidente de la FEV y director general de Codorníu, en su segunda intervención reiteró en que Latinoamérica es un “mercado natural” para los productores españoles y portugueses. Asimismo valoró que los países iberoamericanos pueden beneficiarse doblemente de las inversiones europeas. Por ejemplo, defendió que Codorníu “se ha convertido en embajadora de los vinos argentinos”, en un “movimiento enriquecedor”.
María Isabel Mijares, consultora en Enología, miembro de la Real Academia de Gastronomía y del Comité de Organización, redundó en la necesidad de armonizar aspectos técnicos y señaló la contradicción existente entre la reclamación a los enólogos de hacer vinos más modernas y luego no reconocer las técnicas necesarias para llegar a ellos. Por eso consideró necesario que haya una mayor cercanía entre el mundo científico que toma decisiones sobre estándares y el sector empresarial/productor.