Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) las aguas subterráneas abastecen de agua dulce a la mitad de la población mundial y representan el 43% del agua utilizada para el riego. A pesar de su importancia, se calcula que alrededor de un tercio de los mayores acuíferos del planeta se están agotando rápidamente y que el 20% está siendo sobreexplotado. En España, un país en el que un gran número de cultivos se riegan con aguas subterráneas, los datos científicos demuestran que la tasa de extracción está superando con creces a la de reposición de agua.

El uso de sistemas de monitoreo, el empleo de cultivos de alto valor añadido y la gobernanza, entendida como una forma de gestionar recursos contando con todos los sectores, podrían ser algunos de los principales salvavidas de estos acuíferos sobreexplotados que, a pesar de ser claves para la agricultura, se están viendo sometidos a una fuerte presión por el aumento de la población, las dificultades para cumplir la regulación ante un recurso que normalmente no está a la vista y la escasez de precipitaciones y recursos hídricos superficiales.

Estas son al menos algunas de las principales conclusiones de un trabajo realizado por el grupo de investigación Water, Environmental and Agricultural Resources Economics (WEARE) del Departamento de Economía, Sociología y Política Agrarias de la Universidad de Córdoba. El estudio, realizado por las investigadoras María del Mar Delgado y María del Mar Borrego, analiza las condiciones gracias a las cuales un acuífero sobreexplotado en la provincia de Granada ha empezado a mostrar signos de recuperación. El objetivo: identificar innovaciones, políticas y buenas prácticas que garanticen la sostenibilidad de estos recursos y que puedan extrapolarse a otros casos para gestionar las aguas subterráneas de forma sostenible.

El caso de Fuencaliente: el acuífero que se recuperó

Se trata de una masa de aguas subterráneas ubicada en Huéscar (Granada), de la que aflora un manantial de aguas termales, del que a su vez parten unas acequias que ya se usaban para regadío hace más de siete siglos. Este manantial se secó por la sobreexplotación, dejando a estos usuarios sin acceso a agua. La entrada en vigor de la Directiva Marco Europea del Agua hizo que se incluyera dentro del catálogo de zonas en riesgo hace más de una década y al monitorizar el acuífero los datos revelaron la proliferación de pozos ilegales y la existencia de sistemas de riego descontrolados.

La investigación ha mostrado la necesidad de analizar la interacción entre aspectos ecológicos y aspectos sociales en la gestión y gobernanza de los recursos naturales. Las decisiones tomadas en el ámbito social están permitiendo la recuperación del recurso natural.

«La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir tomó una serie de medidas excepcionales para regular la situación, pero lo hizo negociando tanto con los regantes de las acequias tradicionales, como con los nuevos que riegan de pozos para que fuera posible la aceptación de las nuevas reglas», explica la investigadora Mar Delgado. Se reguló el número de hectáreas permitidas para regadío, se monitorizaron los pozos, instalaron caudalímetros y se limitó la cantidad de agua que podría extraerse en cada una de las parcelas autorizadas.

A su vez, la Confederación logró acuerdos económicos entre las antiguas comunidades de regantes de las acequias tradicionales y las nuevas a las que se les permitió la extracción de pozos. Se hizo una dotación a los regantes de aguas superficiales de un pantano cercano, acordándose que el canon por estas aguas sería pagado por los regantes de los pozos que habían creado la sobreexplotación.

Una vez reguladas las parcelas con derecho a riego, la mayoría de los agricultores que las poseían optaron por arrendar sus tierras a dos grandes productores, especializados en la comercialización de brócoli en el mercado internacional. «En parte, la producción de cultivos de valor añadido permitió asumir el sobrecoste por el uso del agua, pero a su vez, estos productores se aseguraron una dotación de agua anual y la posibilidad de garantizar que sus productos hacen un uso sostenible del agua, aspecto que cada vez preocupa más a los consumidores europeos», explica la autora principal de la investigación.

El acuífero, actualmente, se está recuperando, y algunas de las recetas que se emplearon «pueden ser replicables en otras zonas», sobre todo la necesidad de considerar los recursos naturales y los que los usan como sistemas íntimamente interconectados, en los que las acciones de un sistema sobre el otro son mutuas y afectan a los resultados. El caso analizado pone de manifiesto cómo el monitoreo y el cultivo de productos de alto valor añadido pueden ser algunas de las principales defensas de estos acuíferos. Además, según señala Mar Delgado, la gobernanza es otro de los aspectos fundamentales, «la legislación no siempre funciona de forma impositiva, cuando se buscan soluciones negociadas con los diferentes actores implicados, el uso sostenible tiene más garantías».

Referencias:

María Mar Delgado-Serrano, María Mar Borrego-Marín. Drivers of innovation in groundwater governance. The links between the social and the ecological systems. Land Use Policy Volume 91, February 2020. https://doi.org/10.1016/j.landusepol.2019.104368

(Fotos: Archivo)

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