Anabel Pascual / Efeagro
España es el país europeo que más legumbres produce y consume, pero la ingesta de una ración semanal no alcanza las tres recomendadas y la producción no cubre ni de lejos la demanda interna: se importa un 80% de las legumbres consumidas, la mayoría de Canadá, Argentina, México o Turquía.
El investigador del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Diego Rubiales, explica en una entrevista con Efeagro que, «hoy día, entre el 70 y 80% de las legumbres que consumimos son de importación».
la confusión en el etiquetado provoca que el consumidor desconozca el origen de estas legumbres
Rubiales detalla que se importan el 85% de las alubias o judías secas (la mayoría, de Argentina), el 75% de los garbanzos (sobre todo de Turquía y de México) y el 65% de las lentejas (el grueso de Canadá) un hecho que, a su juicio, la mayor parte de los consumidores desconoce.
En este sentido, pide que se lea atentamente la etiqueta para conocer la procedencia de la legumbre, aunque reconoce que el etiquetado muchas veces se presta a confusión, ya que el nombre de alguna localidad española viene precedido del «envasado en» y el país de procedencia no viene identificado de forma clara.
«Muchas veces, el consumidor ni siquiera sabe que, por ejemplo, las lentejas que adquiere en el supermercado han realizado un viaje de más de 10.000 kilómetros antes de llegar hasta su plato», añade.
Rubiales se pregunta sobre la necesidad de este viaje teniendo en España legumbres de gran calidad, cuya producción contribuye, además, «a dar vida al mundo rural».
El problema es que la leguminosas han sufrido un importante retroceso en los últimos decenios por producciones más rentables
En su opinión, «la calidad española es mucho mejor y el precio en general no es mucho más caro» y no hay tanta diferencia por kilo.
Reconoce, no obstante, que las leguminosas, de gran tradición en España, han sufrido un importante retroceso en los últimos decenios en detrimento de otras producciones más rentables.
Sin embargo, cree que conviene incrementar la producción no sólo por la salud -su mayor ingesta se asocia a una reducción del riesgo de enfermedades crónicas como diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares-, sino también «por la salud de la agricultura» y del medioambiente.
Rubiales hace hincapié en la relevancia agronómica de las leguminosas porque es importante en la rotación de cultivos, sobre todo con cereales, ya que «contribuye a mejorar la fertilidad» del suelo y ayuda a fijar el nitrógeno atmosférico.
Desde un punto de vista medioambiental, precisa, «es necesario, en cualquier rotación, cultivar leguminosas cada 3 o 4 años para mejorar la estructura y fertilidad del suelo» y reducir así la dependencia de abonos nitrogenados que empobrecen el suelo.
El experto remarca, además, que la dependencia de la importación no sólo influye en la demanda interna de proteína vegetal para consumo humano, sino en la destinada a la ganadería, para elaboración de piensos, donde ésta «aún es peor».
Casi el 100% es importado y «es alarmante» la dependencia de la soja, afirma, tras indicar que esta situación no sólo pone en riesgo la balanza de pagos, sino también la seguridad alimentaria: «El sector ganadero depende de las importaciones. Eso puede suponer un grave problema porque la industria cárnica está en manos de las oscilaciones del precio de la soja».
Los investigadores pueden dar solución a los problemas sobre variedades, rendimientos y métodos de cultivo
Considera que los agricultores o las asociaciones de productores tienen que «tener claro que quieren estos cultivos, que no han sido nunca una prioridad» debido precisamente a que tanto las variedades como las técnicas productivas son las que «había hace 50 años».
Sin embargo, destaca que España cuenta con investigadores que pueden dar solución a los problemas sobre variedades, rendimientos y métodos de cultivo de legumbres y leguminosas, «sólo falta la correcta interacción y conexión» entre ellos y los productores.
Para Rubiales, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha tenido que declarar 2016 «Año Internacional de las Legumbres» para llamar la atención sobre su importancia tanto nutricional como medioambiental.
Confía en que haya un cambio de tendencia, que ya se percibe porque «está volviendo el interés de los consumidores» por las legumbres, y que los agricultores españoles apuesten por estas producciones para reducir la dependencia externa.