El territorio de la D.O. Penedès es una zona de secano, pero desde hace dos temporadas los viticultores aseguran que sufren con mayor intensidad los efectos de la sequía y el aumento de las temperaturas. En la temporada de este año, ha llovido un 40% menos que en la anterior, y las lluvias de la primavera de 2022 no han sido suficientes. Las cepas sufren cuando les falta agua, el grano de la uva es más pequeño, más dulce y madura antes de tiempo. Todo esto afecta a la retención de aromas y a la acidez y, como consecuencia, la uva no tiene las propiedades ideales para producir el vino.
Las predicciones climáticas apuntan a que en la próxima década el ciclo de crecimiento del viñedo se avanzará y será más corto y, en el caso de la D.O. Penedès, la vendimia podría adelantarse alrededor de un mes. Ante la falta de agua, la solución más rápida que se plantea para los cultivos es regar. De hecho, en la comarca del Alt Penedès un 1,1% de la superficie de viñedo es de regadío, pero los expertos advierten que regar no será una solución definitiva ni sostenible para adaptarse al cambio climático.
Hoy, investigadores del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), expertos de la Agencia Catalana del Agua (ACA) y del Centro Tecnológico de Cataluña (EURECAT) han presentado en Vilafranca del Penedès los resultados del proyecto ‘SECAREGVIN: Viabilidad de la transformación de vid de secano a regadío la D.O. Penedès’.
Lo han hecho en el marco de la jornada ‘Será viable la viña de regadío en la D.O. Penedès’, en la que los investigadores han señalado que es necesario saber cuánta agua disponible hay en cada territorio y diseñar y ejecutar estrategias de adaptación a escala local y regional. «Uno de los principales problemas no es que haya menos agua, sino que cada vez se evaporará más y más rápido debido al aumento de las temperaturas», ha advertido el investigador emérito del IRTA Robert Savé.
El primer informe de cambio climático para el Mediterráneo MedECC indica que a finales de siglo las temperaturas podrían aumentar hasta 2ºC en toda la cuenca mediterránea, o hasta 5ºC en el peor de los casos, según los escenarios del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).
Para evaluar si un territorio puede asumir un sistema de regadío es importante saber cuánta agua necesitará el viñedo de la D.O. Penedès a lo largo de todo el siglo, además de ver cómo afectará el cambio climático a su ciclo de vida. Según las proyecciones climáticas y agronómicas del proyecto SECAREGVIN, que ha presentado la técnica del IRTA Inmaculada Funes, en el peor escenario de cambio climático, a finales de la década actual, la viña de la D.O. Penedès necesitará entre una y dos veces más agua que la del período de referencia (43 mm/año de media calculado durante el período 1972-2005) y hasta cuatro veces más a finales de siglo.
Los cálculos se han basado en datos del Servicio Meteorológico de Cataluña y considerando los dos escenarios de cambio climático que plantea el IPCC, aunque las investigadoras remarcan que el viñedo es uno de los cultivos menos estudiados en cuanto a las diferentes fases del ciclo de vida de la planta en variedades locales.
SE PODRÁ REGAR LA VIÑA, PERO DE FORMA PUNTUAL Y MUY BIEN GESTIONADA
La tradición vitivinícola del Penedès siempre se ha basado en las aportaciones de la lluvia. Para plantear el regadío en un territorio de secano como la D.O. Penedès es necesario conocer el estado de las aguas subterráneas del territorio, su calidad y sus posibilidades de explotación. Según José David Comino, técnico del Departamento de Concesiones del Área de Abastecimiento de Agua de la ACA, la masa de agua subterránea de la D.O. Penedès «es limitada».
Por ejemplo, los tres acuíferos existentes son poco productivos, poco profundos, la calidad del agua no es suficientemente buena y se encuentran en riesgo de incumplimiento, según datos del Plan de gestión actual 2016-2021. Si tenemos en cuenta las necesidades hídricas de la viña que predice el proyecto, no se puede cubrir con agua subterránea. Por ello, el técnico ha destacado que es necesario dirigir los esfuerzos al riego de apoyo puntual a la viña a medio y largo plazo, siempre y cuando se gestione bien la disponibilidad de agua y que la prioridad sea garantizar el abastecimiento.
«Se pueden evaluar puntos de riego y establecer zonas de regadío para mantener la vida de la vid en años extremos, pero no para aumentar la producción de forma continuada; por eso es importante saber cuál es el momento más adecuado para aplicar el agua en las diferentes fases de crecimiento de la vid», ha remarcado Joan Girona, investigador del IRTA.
En este aspecto, la jornada hizo hincapié en valorar la fuente más adecuada y las ventajas e inconvenientes de los distintos sistemas basados en ahorro, eficiencia y adaptación. Por eso, Comino ha presentado diversas alternativas, como evaluar el coste energético de extracción del agua de los acuíferos por subsidencia y aumentar la captación de los pozos, fuentes y minas, así como buscar aguas en otras zonas cercanas o aprovechar agua del embalse del Foix. Sin embargo, una de las alternativas más viables sería aprovechar aguas regeneradas de las depuradoras cercanas al territorio para uso de riego, aunque conllevaría una gran inversión en infraestructuras, tratamientos y seguimiento de calidad del agua. Todo ello también tiene que ver con conocer la huella hídrica para saber el impacto ambiental que tendría en el fondo freático este consumo de agua, tal y como ha expuesto David Sanjuan, investigador de EURECAT.
GESTIONAR LOS SUELOS PARA QUE RETENGAN MÁS AGUA
Los expertos han remarcado que en un futuro cercano es evidente que vamos a necesitar más agua, pero «a gran escala no se puede transformar toda una región como la D.O. Penedès de secano a regadío porque no hay agua disponible en todas partes y no la habrá para todos», destaca Felicidad de Herralde, investigadora del IRTA. Herralde apunta, además, que las restricciones en casos extremos por sequía afectarán a todos en todos los ámbitos, pero «podemos trabajar técnicas para ayudar a captar agua en el suelo».
Los cálculos de SECAREGVIN apuntan a que el impacto del cambio climático afectará menos a los viñedos que están en suelos que retienen más agua. Por tanto, hay que garantizar que esta agua no se desaproveche y esté el máximo disponible para la planta.
Con este fin, el IRTA estudia cómo potenciar las prácticas agronómicas para aprovechar el material vegetal, cómo favorecer las cubiertas vegetales, plantar pies de cepa resistentes a la sequía y buscar variedades que tengan un ciclo más largo. También se plantea plantar las cepas más separadas entre sí para que cada una tenga sus recursos y allanar el terreno para aprovechar mejor el agua de la lluvia.