El espacio ‘Pioneros’, de Jerez Televisión se adentra en la explotación que gestionan Adela Revuelta y José Enrique Otte, dos agricultores veteranos que han conseguido, tras siete años, convertir una finca de Villamartín -Cádiz- plagada de paulownias, en una explotación modélica donde se cultivan espárragos y coliflores para exportación.
La primera gran batalla fue erradicar las paulownia y “no fue fácil”, según José Enrique Otte, que cuenta cómo tuvieron que hacer un primer trabajo para quitarlas en conjunto y después “sembráramos lo que sembráramos, volvían a aparecer” y tuvieron que ir quitándolas a mano. Tanta ha sido la obsesión de Adela Revuelta que iba en el coche por la explotación y, cada vez que veía una, se bajaba del coche como un pistolero del Oeste para quitarla.
Ahora, tras siete años haciendo ensayos y pruebas con diferentes cultivos hortícolas y, tras conseguir asentar adecuadamente el riego a la explotación, han sacado adelante una cosecha magnífica de espárragos y coliflores. Los dos productos se cultivan con mimo en la finca y con tecnología puntera porque el mercado extranjero, en su caso Holanda y Alemania, es muy exigente. Han apostado por los espárragos tradicionales y también por unos morados “que en España se ven menos y, sin embargo, en el extranjero son muy cotizados porque tienen una textura suave y un sabor intenso”, cuenta Adela Revuelta.
UN APERO QUE AUMENTA EL RENDIMIENTO AL DOBLE
Parte del ADN del sector agrario pasa por inventar todo tipo de aperos para mejorar las labores de los cultivos. En esta explotación de Villamartín, el encargado de la finca, Javier Sánchez, ha ideado un par de plataformas que se colocan a ambos lados del tractor y que sirven de apoyadero para las cestas donde se van recogiendo los espárragos.
“Yo sé lo duro que es ir con un cestillo en la correa y tener que estar vaciándolo continuamente, por eso, puse esas plataformas”, cuenta Javier orgulloso y comenta: “Gracias a este sistema de recogida ha disminuido el esfuerzo de los trabajadores, que ya no tienen que cargar y ha aumentado al doble el número de espárragos recogidos”.
En las coliflores también hay mucha delicadeza, cuando se empiezan a abrir se pasa una máquina que cose las hojas para que no se queme la coliflor. Asimismo, los trabajadores van recogiendo y colocando en una plataforma sinfín las coliflores. Éstas se van cargando en un remolque autónomo que reconoce el terreno con un sistema láser.
Tras la recogida las coliflores se trasladan al Olivar de San Rafael, donde se meten en cámaras frigoríficas a 4 grados. “Las tenemos un día y medio o dos a esa temperatura para que se conserven excelentes durante el traslado a Alemania y a Holanda”, explica Cristina Suárez, encargada de la planta de recepción.