EFE.- Publicado por el Ministerio de Medio Ambiente tras quince años de estudios, "Vegetación ribereña de los ríos y ramblas de la España Meridional" es la segunda entrega del documento más exhaustivo sobre la vegetación ribereña española y completa el tomo de 2004, sobre la mitad norte de la meseta.
Uno de los tres autores del libro, Ricardo Garilleti, apunta que todavía "no se habían hecho estudios tan grandes, sintéticos y que abarcaran territorios tan extensos".
Garilleti explicó a EFEverde que la iniciativa nació del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), para conseguir un mayor conocimiento "general y preciso" de estas zonas y gestionar mejor el territorio durante actuaciones de conservación o recuperación.
Otro de los autores, Juan Antonio Calleja, apuntó que "las riberas españolas están muy dañadas" y reconoció "dificultades" para encontrar vegetación representativa de algunas zonas.
El uso agrario de las riberas es la causa de la desaparición de esta flora, según señaló Calleja, porque además de eliminar la vegetación inicial, se abusa del recurso hídrico.
Una zona de La Mancha, que se conoce como "La Mancheula", en Albacete, limítrofe con Valencia, destaca por su gran degradación, "porque no encontramos ningún tipo de vegetación", ni siquiera mal conservada, coincidió Garilleti.
Daño medioambiental
La desaparición del paisaje autóctono ribereño, además del daño medioambiental que implica, también puede provocar mayor riesgo de inundaciones y la proliferación de especies invasoras, añaden los dos autores del libro entrevistados.
Ambos apuntan que las cañas se han expandido peligrosamente en ciertas zonas del país y su eliminación puede resultar muy costosa.
Según Calleja, es necesario proteger las plantas de las riberas, porque son "un filtro verde" que evitan que los residuos químicos de fertilizantes y abonos alcancen el río.
Garilleti también recalcó que las cabeceras de los ríos y la mayoría de los tramos de difícil acceso sí conservan en buen estado su vegetación autóctona.
La metodología del trabajo se basó en una primera documentación y recopilación de información, seguida de un trabajo de campo de exploración y selección de los tramos mejor conservados y un último análisis y comparación de los datos obtenidos.
El libro incluye una descripción exhaustiva de los principales bosques y matorrales de ribera que, en el caso de la península meridional y el archipiélago balear son principalmente fresnedas, alamedas, alisedas, saucedas, adelfaers, tamujares, tarayales, alocares, azufaifares, loreras, abedulares y robledales y brezales hidrófilos.
Por otro lado, en las riberas de las islas canarias abundan laurisilvas hidrófilas, saucedas canarias, tarayales, baleras y tabaibales.
La publicación divide la geografía española en diecisiete zonas, según la similitud de la flora hidrófila junto a una breve explicación de sus características.
Además de especificar las especies, el libro también explica las condiciones en las que viven y sus limitaciones ecológicas.
Francisco Lara, es el tercer autor del libro, de 644 páginas, prologado por el secretario de Estado de Medio Ambiente, Francisco Ramos, y en el que también han colaborado la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Valencia y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.