José María Fresneda Fresneda / Secretario General de ASAJA Castilla-La Mancha

Me decía un agricultor veterano, respecto a la alarmante situación de sequía que padece Castilla-La Mancha, que el problema se arreglará cuando no quede una gota de agua que trasvasar. Pues bien, ya estamos apurando las últimas gotas y, la falta de agua vuelve a ser un tema de actualidad.

Los pantanos se desecan, los incendios se activan, amenazan la desertificación y la despoblación… noticias todas que recuerdan el estado hidráulico de la región. En apenas una semana, políticos de diversa índole han reconocido nuevamente los problemas que conlleva la falta de agua.

Francisco Martínez Arroyo, consejero de Agricultura, recordaba que el agua es la asignatura pendiente, 40 años después de las primeras elecciones democráticas, coincidiendo con algo que yo he repetido hasta la saciedad: la dictadura nos quitó el agua y esta democracia no ha sabido devolvérnosla.

El presidente de la Región, Emiliano García-Page abogaba por ganar la batalla contra la amenaza de la desertificación llegando a un acuerdo a nivel estatal, en la línea de la Unión Europea, y partiendo del consenso entre las comunidades sin agua en el que se plantee una estrategia de sustitución de los actuales métodos de abastecimiento por el agua desalada.

Y añado yo, si las desaladoras ya están en marcha, ¿por qué no están funcionando, después de que los ciudadanos hayan costeado con sus impuestos una inversión millonaria?

Por su parte, el secretario general de Agricultura y Alimentación del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Carlos Cabanas, aprovechando el acto conmemorativo de los 40 años de historia de la Asociación de Agricultores y Ganaderos (ASAJA-APAG) de Guadalajara, reconocía que el agua, para un sector como el agrario, es muy importante, sobre todo, teniendo en cuenta «la gran diferencia que hay entre los rendimientos» entre un secano y un regadío.

Esperanza de Orellana, directora general de Desarrollo Rural y Política Forestal del MAPAMA, explicaba que, desde su visión, la fijación de población, la seguridad alimentaria y la competitividad del sector agroalimentario dependen de que se siga apostando e invirtiendo por modernizar el riego en los cultivos en España, pese a que en los últimos años por la crisis económica se ha ralentizado esta tarea.

En definitiva, todos de acuerdo con el diagnóstico. Pero a la hora de la verdad, el agua sólo sirve como uno de esos temas recurrentes para hacer política. Y si no, ¿por qué en los Presupuestos Generales del Estado no se refleja ninguna inversión para infraestructuras hidráulicas? ¿Por qué las cuencas del Tajo y del Guadiana no se han incluido en el último Decreto de Sequía?

Castilla-La Mancha necesita agua, y sólo pedimos que la traigan de allí donde sobra. Lo que no necesita esta región es más discursos políticos y, mucho menos, buscar responsabilidades. Y digo esto, porque los que fueron elegidos democráticamente en las urnas, recuerdan muy a menudo de quien son las competencias.

En esta línea, Francisco Martínez Arroyo lo decía alto y claro: “La competencia general de planificación hidrológica y la competencia de las cuencas que discurren por más de una Comunidad Autónoma, corresponde a la Administración General de Estado; que la ejerce, en este momento, a través del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) y de sus correspondientes Confederaciones Hidrográficas”.

De acuerdo contigo, Consejero. Pero la misma claridad para recordar lo que se hizo en materia hidráulica cuando su partido gobernó nacionalmente, con Zapatero al frente.

También Cabanas recalcaba el otro día que el agua es un “problema de todos y no solamente de unos pocos”. Como en el juego de la oca, de oca a oca y tiro porque me toca.

Y yo digo, ¿dónde está escrito el protocolo de actuación de la Administraciones, que dice que cuando surja un problema cuya competencia esté compartida, se proceda a responsabilizar verbalmente a los otros?

Pero lejos del discurso político, esta semana también alzaban la voz los técnicos en la jornada ‘Sostenibilidad en los usos agrícolas del agua’, celebrada en el MAPAMA y organizada por el Consejo de Colegios Oficiales de Ingenieros Agrícolas. La principal conclusión que se extraía de la jornada es la de que hay que seguir apostando por la modernización del regadío (“la agricultura española será de regadío o no será”) para que la eficiencia hídrica abarque cada vez un mayor número de hectáreas de cultivo.

La razón principal, apuntaron todos los expertos, es el reto que supondrá alimentar a una población que alcanzará los 9.500 millones de personas en 2050, según las previsiones. Además, el regadío puede ser compatible con la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.

A pesar de todo, nadie aporta una solución que, como dice Jaime Lamo de Espinosa, ministro de Agricultura en el periodo 1978-1981 y catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid (UPC), “deje al margen cuestiones políticas o territoriales para alcanzar consensos y enfocarse en las demandas de todos los ciudadanos mediante la interconexión de cuencas hidrográficas para responder a la escasez de agua, porque no sabemos si dentro de 30 años tendremos que bombear hacia el Sur, al Norte o en horizontal”.

Esperanza de Orellana, directora general de Desarrollo Rural y Política Forestal del MAPAMA, se acordaba de los regantes y adelantaba en estos días que el Ministerio tendrá redactado para después de verano el primer borrador de la Nueva Estrategia Nacional de Regadíos. Pero se olvida de los no regantes y, especialmente, de los jóvenes que quieren incorporarse al campo, pues pocas garantías de futuro les ofrecen si les falta agua para poder tener una explotación competitiva.

Desde ASAJA CLM sí tenemos una propuesta para ellos: un plan de regadío regional que asegure el futuro y la riqueza de nuestra región, con 1.500 hm3 para 500.000 hectáreas en un plazo de 20 años. Ahora bien, ¿están dispuestas las Administraciones a llevarlo a cabo o, una vez más, jugarán al juego de la oca?

Y para terminar, me sumo a las palabras de los Ingenieros Agrícolas y concluyo: “la agricultura española será de regadío o no será”, así que, señores gobernantes, si no quieren que la agricultura desaparezca, menos hablar y más actuar.

×