Pese a la oposición de algunos países como Francia e Italia por el impacto que va a tener en la agricultura europea, el acuerdo comercial firmado este viernes entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur marca un hito en las relaciones internacionales y económicas entre ambas regiones. Este tratado, fruto de un cuarto de siglo de negociaciones, es un reflejo de las complejas dinámicas de intereses políticos, económicos y ambientales que caracterizan la cooperación global contemporánea.
En muchos aspectos, el acuerdo comercial UE-Mercosur representa una oportunidad sin precedentes para ambas regiones. Más allá de los desafíos, este tratado puede marcar el inicio de una nueva era de cooperación económica, siempre y cuando se gestionen adecuadamente las tensiones ambientales y políticas y que mira más a las llegada de Trump al poder de los EEUU o al poder de China que a los beneficios que podría acarrerar para la propia Europa.
El pacto beneficiará a los 27 países de la Unión —Bélgica, Bulgaria, Chequia, Dinamarca, Alemania, Estonia, Irlanda, Grecia, España, Francia, Croacia, Italia, Chipre, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Hungría, Malta, Países Bajos, Austria, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia, Finlandia y Suecia— y los del Mercado Común del Sur (Mercosur). Estos son Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, al cual en fases posteriores se han incorporado Venezuela y Bolivia. Este último país se encuentra aún en proceso de adhesión y cuenta con un status especial de “Miembro en proceso de adhesión” con derecho a voz, pero sin voto.
A pesar del entusiasmo inicial, la ratificación del acuerdo entre la UE y el Mercosur se sigue enfrentando a numerosos desafíos, especialmente por las discrepancias entre los estados miembros de la UE. Los principales puntos de tensión giraron en torno a cuestiones ambientales, agrícolas y de sostenibilidad:
FRANCIA Y AHOTA ITALIA LIDERAN LA POPOSICIÓN AL ACUERDO MIENTRAS ESPAÑA LO VE UN «GRAN ÉXITO», SEGÚN PLANAS
Francia, liderada por el presidente Emmanuel Macron, se posicionó firmemente en contra del acuerdo, argumentando que este podría generar una competencia desleal para los agricultores europeos. El Gobierno italiano ha advertido este mismo viernes de que no firmará a menos que incluya mayores garantías para los agricultores europeos.
España, por su parte, y según señalaba el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, este jueves, el acuerdo comercial será «un gran éxito» en términos comerciales, de exportaciones, de cara al Mercado Común del Sur (Mercosur), «en todos los ámbitos, incluyendo el sector agroalimentario».
«Las posibilidades en materia de aceite de oliva, de vino y otros sectores son muy grandes en Mercosur. Yo quiero ver esa parte que me parece positiva, también en el sector, evidentemente, agroalimentario», ha manifestado.
Una parte positiva que, paralelamente tiene una negativa, ya que, salvo el sector del vino, que lo respalda, el resto de sector agrarios, con especial incidencia del de la carne, se oponen tajantemente a su parobación por las consecuencias que conllevará para el sector del campo.
No sabemos qué opina el gran jefe, entonces no lo vamos a valorar