EFE.- Esa es la apuesta del centro tecnológico Ainia, que junto al Instituto Tecnológico del Plástico está investigando nuevos materiales que puedan utilizarse en la producción de envases para prolongar la conservación de los alimentos hasta un 30%, al frenar los desarrollos microbiológicos o las reacciones de oxidación.
La base de estos materiales es la nanotecnología, que, integrada en el plástico de los recipientes, puede limitar la entrada de oxígeno "hasta un 400 %" por lo que el producto puede durar más tiempo, ha explicado a Efeagro el Jefe del Departamento de Tecnología del Envase de Ainia, Carlos Enguix.
Además, según las últimas investigaciones de Ainia, la integración de partículas nanotecnológicas en los envases permite introducir etiquetas informadoras que muestren el estado de frescura en el que está el producto.
"Con tintas que evolucionan según una graduación de color informamos al consumidor o al distribuidor sobre cómo ese producto se desarrolla y cuál es su vida útil, o si hay alguna sustancia química en el envase o un desarrollo microbiológico, lo que permite saber si hay un riesgo o no para ponerlo a la venta", afirma Enguix.
Esa sería la principal propiedad de un envase "inteligente", mientras que los recipientes llamados "activos" tienen la facultad de "interactuar con el producto para alargar su conservación", subraya el experto.
Se trata de utilizar ingredientes que liberen sustancias biocidas o antioxidantes que sean compatibles con los alimentos y tengan efectos beneficiosos.
Activos que también pueden ser "sustancias naturales", como extractos derivados de canela -probada en productos lácteos- orégano, albahaca o clavo, en unas proporciones que son imperceptibles para el olfato del consumidor pero que a la larga "pueden reducir el uso de conservantes en los productos".
"De este modo, el envase controla lo que el producto necesita -explica Enguix- puesto que los activos se van liberando lentamente".
Los efectos de este tipo de sustancias ya han sido corroborados en frutas, verduras, productos cárnicos, pescado o productos lácteos, y "en todos ellos se están consiguiendo ventajas importantes", explica el representante de Ainia.
Sin embargo, estas investigaciones -que centran el 50 por ciento de la actividad de Ainia- sólo se han materializado en algunas etiquetas que detectan la rotura de la cadena de frío a nivel de la gran distribución, por lo que "todavía no han dado sus frutos en el mercado, y es probable que no lo hagan hasta dentro de tres o cuatro años", calcula Enguix.