"En Francia se unieron agricultores y apicultores para analizar el problema y señalaron a los pesticidas sistémicos, especialmente la variedad neonicotinoides, llamados así porque se aplican a la tierra, como responsables de este fenómeno", detalló Orihuela.
Los neonicotinoides, en el ojo del huracán
Los neonicotinoides son unos pesticidas de nueva generación que no necesitan ser rociados y, por tanto, son más seguros para la salud de los agricultores, pero se cree que dañinos para las abejas, que con su acción polinizadora hacen posible el cultivo de frutas como la uva, los arándanos, el melón o las almendras.
La Unión Europea en 2013 ordenó una restricción de dos años para estos pesticidas, lo que no ha ocurrido en Estados Unidos, en donde tan solo, tras iniciativas de representantes de estados agrícolas como Oregon y Michigan, el tema ha sido puesto sobre el tapete en Washington a través de proyectos de ley para salvar a los polinizadores y revisar el uso de los neonicotinoides.
Según un artículo de la revista Time publicado en 2013, el trabajo polinizador de las abejas aporta más de 15.000 millones de dólares anuales a la industria agrícola de Estados Unidos.
Sin embargo, datos del Departamento de Agricultura (USDA) apuntan a que mientras en las décadas de los años 40 y 50 la población de abejas rondaba los 6 millones de colonias, en los años 90 disminuyó hasta los 3 millones y actualmente ronda los 2.5 millones.
Hay otros factores que están influyendo en su paulatina reducción
Orihuela puntualizó que aún es pronto para achacar toda la responsabilidad de la desaparición de abejas a los pesticidas sistémicos, porque existen también otros factores.
Entre ellos, la bióloga se refirió al ácaro Varroa, transmisor de diferentes tipos virus que ocasionan que se les paralice las alas o les afecte el sentido de la orientación, un problema importante en vista de que una abeja puede volar hasta 5 millas para buscar el polen.
Otro factor lo constituye la mala nutrición de estos insectos, una consecuencia de la agricultura a gran escala que ha generado que los cultivos de flores silvestres se vean sustituidos por plantaciones de maíz o la soja, los cuales no necesitan ser polinizados.
"El USDA dice que una tercera parte de los alimentos que consumimos están en nuestras mesas gracias a la polinización de las abejas, y ya el presidente Obama se ha manifestado a favor de proteger a nuestros polinizadores", apuntó Orihuela.
La especialista recordó que las abejas no solo producen miel, sino que su gran labor es ser unas trabajadoras del campo gracias a su labor como agente polinizador, y por tanto se debe hacer algo para protegerlas y evitar la reducción de su población.
Orihuela es la encargada del evento que empieza en el Fairchild Tropical Botanic Garden de Miami, y que reunirá a productores de miel y apicultores que narrarán sus experiencias, así como a expertas en el tema como Georgia Tasker, que analizarán precisamente la problemática que constituye la disminución de la población de abejas.
"El Día Nacional de las Abejas sirve para hacer un llamamiento de atención sobre el riesgo que corren estos importantes insectos y llevar el mensaje de que se debe trabajar en diferentes frentes para preservarlos, y así poder sentarnos a la mesa y empezar nuestro día con zumos de naranjas, fresas o almendras, que están ahí gracias a que han sido polinizados", resaltó.