EFE.- El estudio, publicado en la revista "Journal of Hazardous Materials", orma parte del proyecto Scarce, dedicado a describir y predecir los efectos del cambio global en los recursos hídricos y la calidad del agua, financiado por el programa Consolider-Ingenio 2010.
Según un comunicado de la Universitat de València, para su investigación, el equipo de trabajo de la UV (Ana Masiá y Yolanda Picó) y la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) analizó cinco puntos concretos del curso fluvial del Júcar: en Huélamo (cabecera), Cuenca ciudad, el Paraje de Cuasiermas, Jalance y un último lugar bajo el azud de Antella.
En cada lugar se tomaron muestras de aguas y se capturaron peces de distintas especies mediante pesca científica.
Posteriormente, en los laboratorios del Grupo de Investigación en Seguridad Alimentaria y Medioambiental de la Facultad de Farmacia (Universitat de València), se evaluó la concentración de pesticidas, tanto en el agua como en los peces, advirtiendo la presencia incluso de diferentes componentes prohibidos por la Unión Europea.
"La persistencia de ciertos pesticidas en distintas zonas de la cuenca, con concentraciones aproximadamente estables, indican que existe una aportación continúa a lo largo del río", añade el comunicado.
Según el estudio, los pesticidas de mayor concentración media son el piriproxifen y el procloraz (asociados con distintos tratamientos en los cultivos agrícolas), imazalil y clorfenvinfós, entre otros, según Francisco Martínez Capel, del Instituto de Investigación para la Gestión Integrada de Zonas Costeras de la UPV y miembro del Centro Ibérico de Restauración Fluvial (Ciref).
En los peces, los compuestos detectados en varios lugares fueron azinfos-etil, clorpirifós, etión, diazinon y dimetoato.
En este caso, la concentración variaba según la especie: donde más encontraron fue en la trucha común y en la anguila europea, especie en peligro crítico de extinción.
Este último resultado es de gran importancia, según los investigadores, debido a que esta especie se encuentra en amenaza crítica a nivel internacional, "y por lo tanto merece investigaciones con mayor profundidad".
"Las concentraciones de pesticidas detectadas no representan un peligro inmediato para los peces, pero no se puede descartar que algunos estén afectando a su metabolismo y comportamiento, y por lo tanto a su crecimiento y reproducción", añade Martínez Capel.
A partir de las conclusiones del estudio, los científicos advierten de la necesidad de más investigaciones "para proteger a los ecosistemas acuáticos y a las personas; además, debería priorizarse el control de ciertos pesticidas ampliamente presentes por parte de las administraciones competentes, a escala de cuenca hidrográfica".
"Es necesario prestar mayor atención y realizar un seguimiento más continuo de la calidad y composición de las aguas, así como de los caudales ecológicos", añade Martínez Capel.
Para el investigador de la UPV, otra de las medidas urgentes que hay que tomar es la conservación y expansión de los bosques de ribera, junto con un aumento significativo de los caudales ecológicos a escala regional.
Los bosques de ribera actúan como un filtro que reducen la cantidad de pesticidas que llegan al agua tanto por el aire como por las aguas subterráneas.
Sobre los caudales ecológicos, Martínez Capel señala que deberían ser mayores y coherentes con la hidrología natural (con más caudales al ir descendiendo por el río), pues de otro modo no son capaces de diluir los contaminantes que se vierten y se acumulan a lo largo de la cuenca.
"Por el contrario, los caudales ecológicos casi nulos en los tramos finales de nuestros ríos (antiguamente estuarios), como el Serpis, perjudican ecológicamente y también económicamente a las personas que vivimos en la cuenca", ha concluido el investigador.