El cultivo de girasol sigue perdiendo fuerza. Con cotizaciones por debajo de los costes de producción, inentendible en un país deficitario en pipa de girasol como España, las cuentan no salen y los agricultores, ante la falta de apoyo de la industria, continúan abandonando el cultivo, cuya superficie no deja de descender, mientras culpan a la política de precios de la industria de esta situación.
A esto se suma la bajada del rendimiento graso del girasol provocado por las altas temperaturas de junio, así como la bajada del precio del aceite de girasol, una confluencia de factores que complicarán aún más la campaña de comercialización.
Con este panorama los Servicios Técnicos de ASAJA-Sevilla estiman que la producción de girasol se reducirá de nuevo en más de un 25 por ciento en esta campaña. Así, la cosecha nacional se prevé en torno a 600.000 toneladas -frente a las 713.000 de la campaña anterior-, lo que permitirá cubrir tan sólo el 40% de las necesidades nacionales.
En Andalucía la producción prevista es de 358.000 toneladas, un 25% más que en la campaña anterior, cuando se cosecharon 286.000 toneladas. En la provincia de Sevilla, primera provincia productora de girasol de España, la cosecha que se espera en las 121.000 hectáreas dedicadas en 2017 al girasol (118.000 ha en 2016) podrá superar ligeramente las 170.000 toneladas, una producción un 23% superior a las 138.000 toneladas obtenidas en 2016.
Cotizaciones inferiores a los precios de producción
En cuanto a los precios, en Francia, país netamente exportador, se sitúan en torno a 350 euros/ tonelada, por lo que, como apuntan los Servicios Técnicos de ASAJA-Sevilla, la cotización en España debiera estar correlacionada, y dado que nuestro país es deficitario en girasol, la cotización nacional debería ser al menos la de Francia más el porte, es decir, debería estar entre 362 y 368 euros/tonelada.
Según el cálculo del valor de la pipa, de acuerdo con las cotizaciones actuales del aceite crudo y la harina integral (750 euros/tonelada en el caso del aceite y 83 euros/tonelada en el caso de la harina), el girasol de calidad tipo (9% de humedad, 2% de impureza y 44 % de grasa), debería situarse por encima de 360 euros/tonelada, una vez detraídos 60 euros en concepto de gasto de transporte y molturación. Esa cotización, supone unos 35 euros/tonelada más de lo que cotizan las lonjas de Sevilla y Córdoba.
Como reflejan los datos del Observatorio de Precios de la Junta de Andalucía -que adjuntamos también con esta nota-, los costes del cultivo del girasol están en 548 euros por hectárea. Es decir, que a un precio según lonja de 329 euros/tonelada, para cubrir los costes por hectárea, tendríamos que recolectar de media 1.665 kilos de pipa de girasol por hectárea, cifra muy por encima de la media, que un año bueno como este se sitúa en 1.400 kilos por hectárea.
Asimismo, dado que las altas temperaturas de junio afectaron al rendimiento graso del girasol, la riqueza grasa media está varios puntos por debajo del 44%, por lo que el valor de la pipa de girasol sería aún inferior a las cifras anteriormente reseñadas, es decir, que tendríamos que producir en esta campaña, unos 1.800 kilos por hectárea, solo para cubrir costes.
La industria, de espaldas a los productores
Ante esta tesitura, que viene repitiéndose año tras año, los agricultores responden reduciendo su superficie de siembra de girasol, tanto en Sevilla como en Andalucía y en otras Comunidades Autónomas. En nuestro país la superficie sembrada este año ha sido de 690.000 hectáreas, frente a las 719.000 hectáreas de 2016 y las 740.000 sembradas en 2015. A nivel regional también se observa esta caída. En 2017 se han sembrado 238.000 hectáreas, mientras que Andalucía contaba en 2016 con 239.000 hectáreas de girasol y en 2015 263.000 hectáreas.
La razón de este descenso, como viene denunciando ASAJA-Sevilla es la falta de apuesta de la industria por este cultivo, lo que conllevará la deslocalización de las industrias extractoras, que dejarán de estar en el interior y pasarán a reubicarse en los puertos.
ASAJA-Sevilla insta a los agricultores a entregar la pipa de girasol en sus cooperativas u otras entidades que permitan comercializar en común con volúmenes importantes y partidas homogéneas.