Angel Samper Secorún / Secretario General ASAJA Aragón

En el otoño de 1944, durante el “Hongerwinter” o “invierno del hambre”; los holandeses quedaron asediados por los alemanes tras el infructuoso ataque de los aliados para controlar su retaguardia. El asedio tuvo como consecuencia que los habitantes de ciudades como Ámsterdam o Róterdam solo pudiesen ingerir el 30% de las calorías necesarias en una dieta normal. Un mendrugo de pan era más valioso que un reloj de oro. Fueron momentos muy duros, momentos en los que los holandeses se comieron su propio jardín. La hierba y los tulipanes entraron en su dieta: “los tulipanes sabían asquerosos, tenían casi nulo valor energético y una toxicidad muy alta”. El hambre sembró miles de muertos entre ese invierno del 1944 y la primavera del 1945.

Muchos años más tarde, Audrey Hepburn, consagrada ya como una estrella de Hollywood, se negó a interpretar “El diario de Ana Frank”; a pesar de ser el propio padre de Ana, Otto Frank -único sobreviviente de “la Casa de Atrás” y del holocausto judío- quien le propuso el papel. Aunque Ana y Audrey no llegaron a conocerse, vivieron muy próximas el hambre y el horror de la guerra en la ciudad de Ámsterdam. Audrey Hepburn, al leer el diario de Ana Frank, revivió tantas coincidencias y desolación en su cruel infancia que le resultó imposible llevarlo a la pantalla. “Nunca he vuelto a ser la misma”– declaró.

En 1957, con el dolor todavía presente en la memoria, nace en Roma la Comunidad Económica Europea. En julio de 1958 en la Conferencia celebrada en Stresa (Italia) se fijan las bases de la Política Agraria Común. El abastecimiento estable de alimentos en los países de la Unión Europea era una cuestión ineludible.

Para ello, eran necesarias tres cuestiones fundamentales: la unidad de mercados de los países miembros, la preferencia comunitaria de nuestros países frente a terceros y un presupuesto común con base en la solidaridad financiera entre los países integrantes. En 1962, en Roma fruto de todo ello, nace la Política Agraria Común con un claro propósito: incentivar la producción.

En 2018, casi 60 años después del nacimiento de la PAC, la Unión Europea elaboró un informe titulado “Eurobarómetro. Europeos, agricultura y Política Agraria Común”.

En dicho informe el 92% de los ciudadanos de la Unión Europea consideraban importante o muy importante la defensa de la vida rural y la agricultura en sus respectivos países. El Eurobarómetro muestra un claro respaldo de los ciudadanos europeos a la Política Agrícola Común y a su papel como instrumento para garantizar la seguridad alimentaria en la Unión Europea, la conservación del medio ambiente, la lucha contra el cambio climático y el crecimiento y empleo en el medio rural.

Más del 60% de los encuestados indica que la política agrícola común, beneficia a todos los ciudadanos y más de nueve de cada diez piensan que la agricultura y las zonas rurales son importantes para el futuro de la UE. Entre las principales conclusiones extraídas por la Comisión Europea tras la elaboración de ese “Eurobarómetro”, cabe destacar que una clara mayoría de los ciudadanos consideran de gran importancia el papel del sector agrario para “proporcionar alimentos seguros, saludables y de buena calidad”.

Sin embargo, apenas 2 años después, en el discurso de la Presidenta de la Comisión Von der Leyen sobre el estado de la Unión, pronunciado en la sesión plenaria del Parlamento Europeo el pasado 16 de septiembre, asistimos a un verdadero alegato en defensa de una nueva generación, la denominada NextGenerationEU. A lo largo de las líneas de su intervención escrutamos frases tan grandilocuentes como “El futuro será lo que de él hagamos. Y Europa será lo que queramos que sea”.

Tras el políticamente correcto discurso de Von der Leyen, está la inquietante realidad para nuestro sector. “El Pacto Verde Europeo es nuestro modelo para llevar a cabo esta transformación” (…) Tenemos que cambiar la forma en que tratamos la naturaleza, en que producimos y consumimos, vivimos y trabajamos, comemos y nos calentamos, viajamos y utilizamos el transporte. (…) Y velaré por qué también lleve la financiación ecológica al siguiente nivel. Quiero que NextGenerationEU ponga en marcha una ola europea de renovación y convierta nuestra Unión en líder de la economía circular. Pero no se trata sólamente de un proyecto medioambiental o económico: debe ser un nuevo proyecto cultural para Europa.(…).¡Esto es NextGenerationEU. Esta es la Europa en la que queremos vivir!.

Desde ASAJA nos preguntamos atónitos, si esa “ola” de renovación no viene de otro mar o de otro océano. En quién o en qué han basado el modelo que ahora tratan de “vendernos”.

Esa Europa, ¿es la nuestra o es un experimento que ni sus mismos dirigentes saben hacia dónde va? En los últimos años, desde la Unión Europea se siembran discursos contradictorios y esa es, sin duda, su principal fragilidad.  Desde el sector agrario sufrimos una ideologización de la Política Agraria Común conducida por intereses económicos y de “otro orden” donde los intereses no son agrarios ni comunes.

Es un desorden mundial que lejos de buscar el beneficio de todos, busca esos “otros intereses”. Y aunque los que conspiran les seamos molestos, no dejaremos de denunciarlos vengan del club de los “miserables” o de los “poderosos”. Decía Sandro Pertini, “de los fumadores podemos aprender la tolerancia. Todavía no conozco uno sólo que se haya quejado de los no fumadores”.  Es demasiado habitual que los que no hacen nada por los demás sino aprovecharse, se presenten como mecenas y como los más tolerantes enarbolando la bandera de la salvación del mundo. El mal utiliza la tolerancia hasta que logra controlarlo todo. Después busca dominar y someter “el bien”.

Hace años publicamos la editorial “El caos de la globalización”, que hacía referencia a la brillante exposición de D. Julián Pavón en su libro “China ¿dragón o parásito?”, sobre el modelo chino de expansión económica. “Un modelo que comienza con la creación de empresas chinas, con chinos para vender productos chinos, fabricados por chinos en China”. En segundo lugar, “los ingresos que obtienen estas empresas chinas a través de los consumidores españoles- o de otros países, son incorporados a bancos chinos con lo que aumentan continuamente sus reservas de divisas”. Y en tercer lugar, “con ese dinero de los bancos chinos canalizados a China, China puede comprar el mundo”.China,- decía D. Julián-, con una dictadura del proletariado, con un partido comunista que controla todo, está parasitando masivamente las economías capitalistas del mundo occidental y además con sus propias armas”.

Ese mismo sistema es el que están utilizando “esos otros intereses” a los que antes aludíamos, que están por encima de los gobiernos y utilizan perversamente, al igual que los chinos, los rusos o los americanos, las sensibilidades y mecanismos políticos sean del color que sean, en beneficio propio. Más aún cuando las economías de escala están más allá de donde alcanza la vista o el bolsillo; esto es, más allá de los bienes y servicios. Cuando el presente se mide con “futuros” y lo etéreo y virtual forman parte de la economía, no es extraño que se dé la depravación de utilizar como moneda de cambio, “la vida”, el aire, la tierra y el agua.

El Pacto Verde que cita Von der Leyen, desde luego ¡está muy verde!, en la Estrategia de la Granja a la Mesa están sólo los comensales, pero falta la granja. Las exigencias internas de la UE en materia climática, medioambiental, de bienestar animal, de fitosanitarios, medicamentos, fertilizantes no ha contado con aquéllos que lo hacen posible y además chocan en su ejecución con los convenios que establecemos con países terceros y con nuestra política de libre mercado. No sólo estamos perjudicando, asfixiando, y desincentivando a nuestros agricultores, sino que estamos engañando constantemente al consumidor europeo. En resumidas cuentas, nos hacemos constantemente trampas al solitario, y para colmo, la necesidad de controlar los desajustes y abusos en la cadena alimentaria chocan siempre con el Tribunal de la “In-competencia”. En el actual estadio de cosas, no podemos abordar un proyecto “global” con directrices europeas.

Europa apunta hacia una “NextGenerationUE” que pretende dejar atrás un humanismo que se presenta como algo caduco e incluso trasnochado, dando paso a una perversa corriente en la que se señala lo humano como un problema para el clima y la naturaleza. Y en este declinar del humanismo, en plena era digital, se nos muestra un porvenir inquietante, en el que se coloca en el centro el clima y la naturaleza, al que hay que rendir culto como si de un dios se tratara.

Desde el ejercicio de la agricultura y la ganadería hemos venido sufriendo estas profundas desviaciones, que han ido tomando fuerza poco a poco. Al Medio Rural deberían de presentarnos como mentores y adalides del equilibrio necesario donde el ser humano es la solución y no el problema.

Tal vez, la “ruralización” del planeta con los valores, sacrificio, entrega de quienes nos precedieron sea el mejor camino para su “urbanización”. Como dijo H.F. Hedge “Todos somos nuestros antepasados y nuestros herederos. Quien diseña honestamente su futuro, ilustra ejemplarmente su pasado.

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