A su juicio, son tres los interrogantes a resolver: "¿A quién le voy a vender el producto (huevos)?; ¿Con qué medios cuento? y ¿Cómo lo voy a hacer?".

    Para responder a la primera pregunta, considera que el futuro granjero tiene que valorar si venderá la producción en su zona o lejos de ella, caso en el que hay que tener en cuenta los costes de transporte.

    Respecto a la disponibilidad de medios, es necesario aclarar qué tipo de instalaciones, gallinas o proveedores tendrá la empresa.

Tener clara la infraestructura previa antes de apostar por montar la granja


    Uno ejemplo es determinar qué tipo de comederos y bebederos habrá, y si el objetivo es que el animal use los mismos modelos durante su vida en la granja para que el ganadero no se encuentre con el problema de que las gallinas camperas no saben utilizar el sistema de dispensación de la alimentación.

    En cuanto a la tercera incógnita -¿cómo lo voy a hacer?-, se trata de decidir la distribución de las gallinas en la granja y, para ello, Ciria apuesta por una distribución homogénea por toda la superficie, para que no haya zonas del recinto densamente pobladas y otras vacías.

    Así se asegura que todas las camperas puedan tener un acceso fácil a los comederos, los bebederos y los ponederos.

    A todo ello se suman cuestiones de higiene fundamentales, como la limpieza de los ponederos para que el huevo no esté sucio -que lleva a su desclasificación para la venta- o evitar que la gallina ponga fuera de ellos, para lo cual, además de la correcta distribución, es necesario que los ponederos estén cerca de las perchas para dormir.

    Para Ciria, es "fundamental" plantearse estas preguntas y darles respuesta, porque de no hacerlo "no se conseguirá el objetivo primordial, que es producir huevo campero, con una determinada calidad y categoría".

    Se trata de diseñar un sistema de producción "lógico" que "dé rentabilidad, si no, al final, los animales sufrirán mucho más y el empresario tendrá que cerrar su empresa".

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