Fernando Villena Cañas / Presidente de ASAJA Castilla-La Mancha
Recientemente viajábamos a Bruselas para reunirnos con representantes de las instituciones y organismos europeos. La Política Agraria Comunitaria (PAC) ha sido uno de los temas que hemos tratado en casi todos los encuentros. El futuro de los agricultores está en juego, nuevamente, y debíamos introducirnos en los pasillos del de la Comisión y el Parlamento Europeo, la Representación Permanente de España ante la UE (REPER) o la organización europea que agrupa las cooperativas y entidades agrarias (COPA-COGECA) si queríamos conocer de primera mano hacia dónde camina la PAC, y de paso, trasladarles los intereses de los agricultores y ganaderos castellano-manchegos.
Pero antes de sumergirnos en el complejo concepto de la Política Agraria Comunitaria, es recomendable tener presentes varias cuestiones.
Primero, a la Unión Europea la PAC le supone un 1% del gasto público total. Segundo, los agricultores y ganaderos perciben ayudas europeas de esa PAC y las solicitan cada año. Y, por último, la PAC ha sufrido varias reformas desde su nacimiento. En estos momentos se está debatiendo la que se aplicará a partir del 2020.
Empezaré hablando de los beneficios que aporta la PAC. Lo más importante, es que garantiza la seguridad alimentaria, esto es, controla que en el mercado haya productos en cantidad y sean de calidad. Por desgracia, no siempre es así. En el mundo ocurren episodios como el reciente escándalo en Brasil, donde se vendía carne podrida que era “maquillada”, y donde la calidad brillaba por su ausencia.
En Europa la calidad está garantizada y, cuando hay una emergencia, como las vacas locas o la crisis del pepino, se ponen en marcha mecanismos para evitar desastres. Así que la tranquilidad que supone ir al supermercado a la vuelta de la esquina y que haya alimentos sanos, bien valen el 1% del presupuesto europeo. Es una gran inversión a corto, medio y largo plazo.
Pero además, la PAC aporta beneficios medioambientales, es decir, se ocupa de preservar la naturaleza, de mantener en buen estado los recursos como el agua, el suelo y el aire… o dicho de otra forma, de proteger el futuro planeta que heredarán nuestros hijos.
Los agricultores y ganaderos son los responsables de producir esos alimentos saludables y los más interesados en cuidar el entorno donde viven. Producen acogidos a las normas europeas: respetando el medio ambiente, el bienestar animal y la calidad de los alimentos. A cambio de producir de esa manera, reciben las ayudas de la PAC.
Cada año las solicitan y, cada año, nuestros técnicos reciben en sus oficinas las visitas de miles de agricultores y ganaderos que vienen “a hacer la PAC”. Y en eso están ahora mismo los profesionales de ASAJA CLM, tramitando complejos expedientes para que cada uno de sus socios reciba las ayudas, garantizando que perciben las ayudas y manteniéndoles informados sobre el cumplimiento de la complicada normativa europea.
Con este sistema de ayudas, los consumidores nos ahorramos los costes que supone producir bajo estas normas y que encarecerían los alimentos. Desde ese punto de vista es un buen sistema. Pero como casi todo en esta vida, se puede mejorar.
Así pues, por último hablaremos del futuro de la PAC. Para desarrollar la futura reforma, se ha abierto un gran debate para hablar de cómo queremos que sea. Y aunque todo el mundo participe de ese debate, consideramos que la opinión de los agricultores debe primar en tanto y cuanto se está hablando de su futuro.
Pero no todo lo que se habla de la PAC es fructífero. Cuando se pone sobre la mesa el debate estéril de cuándo y cómo se pagan esas ayudas de los productores, los únicos perjudicados son los mismos agricultores y ganaderos. Se especula con la información de un trámite meramente administrativo, porque consiste en realizar los pagos de unas ayudas que vienen de Europa y comprobar que se cumplen las normas. Como consecuencia, se generan expectativas de cobro y se incumplen compromisos, y el agricultor es el último en enterarse de cuándo realmente recibirá las ayudas. Y no entienden como es tan eficaz la gestión para que el personal de la Administración cobre a fin de mes y, la gestión de sus expedientes para que reciban las ayudas sea tan deficiente.
Volviendo a la reforma de la PAC post 2020, desde Europa se han ido anunciando las prioridades que persigue: simplificación legislativa, fomentar el empleo y el crecimiento, desarrollo sostenible, mitigación y adaptación al cambio climático y equilibrio de la cadena agroalimentaria.
Sobre todas esas cuestiones, tienen mucho que decir los propios agricultores y ganaderos. Con su trabajo, además de producir esos alimentos en cantidad y calidad como decíamos con anterioridad y cuidar el medio ambiente (son los más interesados en el desarrollo sostenible de sus zonas), son los que verdaderamente habitan los pueblos y generan empleo. En definitiva, son los generadores y merecedores de las ayudas de la PAC.
Las ayudas directas deben recaer en los agricultores y ganaderos, pero además, equitativamente. El actual sistema acentúa la diferencia entre agricultores, a pesar de que todos asumen los mismos costes de producción. No es justo, por tanto, que los productores castellano-manchegos reciban menos ayudas que sus vecinos de otras regiones. A ello hay que sumarle otros factores que debilitan aun más al sector de la región, como los bajos precios, los escasos rendimientos de los cultivos o la falta de agua para regar.
Por eso, la PAC también debe servir para que el conjunto del sector productor mejore sus explotaciones, las hagan competitivas y rentables. Partiendo de esa base, habrá más gente motivada para vivir en el medio rural y, entre ellos, los jóvenes, que no olvidemos que el campo está envejeciendo a pasos agigantados y su rejuvenecimiento sigue siendo la espada de Damocles para este sector.
Estas son algunas de las prioridades que deben defender los Gobiernos en las instituciones europeas si realmente quieren proteger el campo. El futuro de los agricultores y ganaderos está en manos de las negociaciones de nuestros representantes.
Ya han empezado a perfilarse las líneas de lo que será la PAC 2020 y, por ello, entre las reivindicaciones que han motivado a ASAJA CLM a convocar movilizaciones en todas las capitales de la región el próximo 6 de abril, se encuentran las demandas de los agricultores y ganaderos en esta materia. En resumen, se precisa una PAC que siga apostando por la calidad y seguridad alimentaria, pero también que apoye firmemente a los verdaderos profesionales del sector, priorizando sus cultivos en explotaciones compatibles y manteniendo un nivel de rentas adecuado a los tiempos que corren. Y, por supuesto, una PAC que ayude a revitalizar los pueblos, en los que viven los agricultores y ganaderos, en los que jóvenes emprendedores quieran desarrollar sus nuevos proyectos agropecuarios, rejuveneciendo así una de las más antiguas profesiones. Porque, como reza el lema de la manifestación: “SIN CAMPO NO HAY VIDA”.