Y es que en esta recta final, con enfados y movilizaciones de última hora, está siendo la última baza de muchas organizaciones para sacarle beneficio a sus intereses, en especial cuando el propio Cabanas aseguraba en Cádiz que no esperaba "grandes cambios" en la modificación de la PAC que se debe hacer en 2016, un argumento que muchos presidentes y consejeros regionales están utilizando para calmar los ánimos de sus agricultores con promesas de cambio.
Pero como aseguró Cabanas en Cádiz, el 90% de los actuales borradores serán la base de los reales decretos que se aprueben en la primer quincena de diciembre y hay poco margen para introducir cambios. El único, y eso "a pesar de mi voluntad", como él mismo indicó, el índice de Unidad Ganadera Mayor, lo que popularmente se llama carga ganadera, pero por obligación de Bruselas, que le puede obligar a rebajar el actual techo marcado por el Magrama.
Pero no por eso, se debe dejar de reclamar. Y en este sentido, el presidente de ASAJA Cádiz fue tajante en sus reivindicaciones, presentándole una batería de problemas, como el vacuno extensivo (vaca nodriza y cebo), la remolacha de siembra otoñal y el algodón, que "podrían ser mejor tratados" para cumplir el principio básico de la no transferencia de rentas.
Pero una cosa es tener ‘fe’ y otra lograr que la ‘esperanza’ se cumpla, ya que, salvo el compromiso de mediar ante la Junta de Andalucía para lograr ayudas complementarias para salvar la rentabilidad de la remolacha, poco más concreto se logró arañar del secretario general, salvo buenas palabas, compromisos de que se "tratarán los casos concretos" y una insistencia en que "el modelo español no es perfecto, pero da respuesta a la mayoría".
Quizás por eso, no sólo en l tema de Cádiz, sino en el resto de España, la última esperanza de agricultores y ganaderos que reclaman cambios sea, dicho de manera irónica, la ‘caridad’, aunque Carlos Cabanas se despidiera prefiriendo hablar de ‘esperanza’. Cuestión de dialéctica.