Junta Directiva de la Associació Catalana de Comunitats de Regants
Las comunidades de regantes administran, a través de sus concesiones, unos significativos volúmenes de agua para proveer los cultivos y producir, a través de sus participantes, buena parte de los alimentos necesarios para la población. Sin embargo, a través de las comunidades de regantes, también se suministran usos ganaderos, industriales y abastecimientos urbanos. Ahora bien, la producción agraria de Catalunya solo llega al 40% de nuestras necesidades alimentarias, y este es un porcentaje muy bajo en relación con los países de nuestro entorno.
Las últimas medidas que el Govern ha tomado para hacer frente a la sequía que sufrimos en Catalunya desde hace casi tres años, penalizan gravemente al sector agrario, y especialmente al regadío, y en cambio, se muestran mucho menos restrictivas para los sectores industriales e incluso para los recreativos, como la posibilidad de rellenar las piscinas comunitarias en verano. El regadío es sinónimo de producción de alimentos, y si no podemos producir porque no podemos regar, nuestro grado de autoabastecimiento alimentario disminuirá por debajo del actual 40% y esto conllevará más importaciones, con las consiguientes afectaciones al cambio climático.
Desde ACATCOR, siempre hemos entendido que el uso de boca es prioritario, pero detrás de él, debe ir el sector agrario y no el industrial, tal como establece el Decreto ley de Sequía del Distrito de la Cuenca Fluvial de Catalunya (DCFC), y las últimas medidas adoptadas en la Cumbre del Agua entre Gobierno y partidos políticos del pasado día 31 de marzo, o la Comisión Interdepartamental de la Sequía del 4 de abril.
Por ello, desde ACATCOR pedimos al Govern de Catalunya que se implemente la Mesa del Agua de Catalunya, para establecer las bases del futuro Pacto Nacional del Agua que está contemplado en el Acuerdo de Presupuestos para el año 2023 entre ERC y PSC-Units per Avançar. Creemos que es una pieza clave para evitar repetir en un futuro la situación que padecemos ahora mismo, que denota que, desde la última gran sequía, la del 2008, no hemos aprendido nada, y seguimos intentando remediar los males que ya tenemos encima.
Queremos una Mesa del Agua que cuente con participación de toda la sociedad civil y tenga miras amplias para dar respuesta a los episodios de sequía y falta de agua como los que estamos padeciendo. Y es ahora cuando se debe poner en marcha, para prevenir situaciones futuras que sin duda se producirán por los efectos del cambio climático.