La madera quemada después de un incendio forestal puede actuar como «legado biológico« y favorecer la regeneración del ecosistema dañado, según un estudio que plantea la conveniencia de no retirar la masa forestal quemada, un práctica muy habitual en España.
Si la madera quemada no se extrajera de la zona afectada, un manejo adecuado de la misma podría acelerar el proceso de regeneración forestal y aportar nutrientes al suelo que mitiguen el impacto negativo de los incendios, ha explicado a Efeverde Jorge Castro, ecólogo de la Universidad de Granada y coautor del estudio.
El estudio analizó durante 10 años el efecto de la saca de madera, frente a otros métodos no tan invasivos, en el incendio de Lanjarón -Parque Nacional de Sierra Nevada- que calcinó en 2005 unas 1.300 hectáreas de pinares.
Para llevarlo a cabo se realizaron 3 tratamientos de la madera quemada: la saca con métodos convencionales, la no intervención (los árboles quedaron en pie y no se hizo nada) y un tipo intermedio de gestión que consistió en tumbar el 90% de los árboles quemados, dejando toda la biomasa sobre el terreno.
“La extracción de la madera quemada no es lo mejor para la economía y los ecosistemas pero sí una tradición»
Castro ha asegurado que las razones para la saca en España son controvertidas y, aunque a lo largo de los años se ha defendido por varios motivos (reduce la carga de combustibles en futuros incendios, facilita la entrada de maquinaria y personal para labores post-incendio) la realidad socio-económica actual del monte difiere del contexto tradicional.
Otro motivo aducido para retirar la madera es atenuar “el efecto visual y emotivo” que los incendios provocan sobre la población local pero, aún bajo estas circunstancias, la saca no debería ser una estrategia sistemática después de un incendio.
“La extracción de la madera quemada no es lo mejor para la economía y los ecosistemas pero cuesta trabajo romper esa tendencia tan arraigada en la sociedad”.
Entre los argumentos a favor de dejar la madera quemada, Castro ha destacado que los árboles acumulan nutrientes como el fósforo, potasio, manganeso, zinc o cobre que permanecen en la madera tras el fuego, colaborando en la renovación de los ciclos biológicos y químicos del suelo.
El ecólogo defiende que retirar toda la madera de la superficie dañada “carece de sentido”
Además, cuando la madera se descompone se incorpora a la cadena trófica donde invertebrados, hongos y bacterias se encargan de minimizar la pérdida de esos nutrientes, sin olvidar, que las ramas y los troncos de los arboles quemados actúan como estructuras físicas para otras plantas protegiéndolas de los herbívoros y reduciendo el estrés hídrico durante el verano.
El ecólogo ha incidido en otros beneficios de la madera quemada en los incendios: aumenta la dispersión de las bellotas por los arrendajos lo que refuerza la colonización natural de encinas, robles o alcornoques favorece la diversidad de aves y plantas y reduce las emisiones de CO2.
En cuanto al coste global, la saca implica costes elevados y en este estudio tuvo un importe aproximado de 2.000 euros por hectárea frente al grado intermedio que fue más barato y a la no intervención que se quedó sin costes.
En este punto, Castro se ha mostrado tajante y ha aseverado que retirar toda la madera de la superficie dañada “carece de sentido” ya que se está eliminando un componente importante para la regeneración natural y para la diversidad biológica que además cuesta dinero.
(Texto: Efeverde)