La intervención de los veterinarios en materia de investigación y gestión de los colmenares es crucial para evitar la extinción de las abejas y fortalecer el sector apícola español, que está presente en numerosas comarcas y elabora productos de gran calidad. Trabajan junto a los apicultores y otros expertos del sector agroalimentario para proteger a una especie vital para nuestro ecosistema.

En las últimas décadas, se ha detectado una preocupante reducción en las colonias de abejas, causada por la pérdida de hábitats, el uso intensivo de plaguicidas y la acción de patógenos que provocan enfermedades graves, entre otras. Esta situación, alarmante para los apicultores a nivel mundial, amenaza tanto a la industria apícola como a la biodiversidad global.

Con motivo del Día Mundial de las Abejas, que se celebra cada 20 de mayo, la Organización Colegial Veterinaria (OCV), destaca el importante papel de los veterinarios en la protección de esta especie. Mediante proyectos de investigación sobre las principales patologías apícolas, los veterinarios buscan identificar y controlar los problemas sanitarios que afectan a las abejas, promoviendo así una producción apícola sostenible.

De hecho, según datos del último informe SITRAN del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, este esfuerzo se ha traducido en un incremento del 2% de la población total de abejas a nivel nacional en los últimos cinco años, lo que beneficia la polinización de cultivos y la biodiversidad.

«En los colmenares, los veterinarios ofrecemos asesoramiento técnico, diagnóstico y tratamiento de enfermedades, estableciendo programas de prevención y control de enfermedades endémicas y realizando diagnósticos clínicos de las enfermedades apícolas. Además, brindamos consultoría en aspectos como la alimentación, manejo de colmenas, productos y legislación», señala la OCV.

Las abejas son esenciales para la polinización, responsable de un tercio de nuestra alimentación diaria y vital para los cultivos y forrajes que alimentan al ganado. Más del 70% de la agricultura mundial depende de la polinización por insectos, siendo las abejas las más importantes. Su desaparición tendría consecuencias catastróficas para la flora y fauna silvestres, así como para la seguridad alimentaria global.

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