La tasa tiene un fin meramente recaudatorio y no medioambiental, cuyo correcto tratamiento está ya cubierto por el Punto Verde de los Sistemas Integrados de Gestión, que han demostrado una eficiencia puntera en la gestión de los envases a un coste sensiblemente inferior ya soportado por toda la cadena.

     Las consecuencias serían desastrosas para el consumidor y el consumo de leche, pero además, el impuesto daría al traste con todas las medidas que se están tomando para tratar de sostener al sector lácteo en nuestro país. 

     Estas iniciativas que intentan cuadrar las cuentas públicas acosta de la competitividad y supervivencia de sectores tan importantes como el agroalimentario en general y el lácteo en particular, además de romper la fundamental unidad de mercado solo pueden retrasar la salida de la crisis y profundizar en sus devastadores efectos.

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