Los fabricantes españoles de pienso han superado ya 2022, los 12 meses más «trabajosos, complicados y azarosos» a los que se ha enfrentado esta industria desde su modernización debido a las consecuencias de la guerra de Ucrania y a la crisis logística sin precedentes que sufrieron con la huelga del transporte.

Lo dice en una entrevista con Efeagro el director general de la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (Cesfac), Jorge de Saja, quien señala que 2022 no hizo sino empeorar el coste de los cereales que ya estaban cotizando a precios elevados meses antes del conflicto bélico en Ucrania.

Pero el comienzo de la contienda generó un impacto «muy directo y rápido» sobre esos precios ya elevados.

También la guerra fue el detonante final que derivó en una huelga de transporte en marzo para protestar por el encarecimiento del gasóleo y la protesta «consiguió lo que no había conseguido la covid», es decir, «poner en riesgo una buena parte de la alimentación del ganado».

Cuando se recuperó cierta normalidad en el abastecimiento de cereales como el maíz, gracias a la reapertura del corredor en el Mar Negro, llegó el verano y la persistente sequía echó a perder «buena parte de las cosechas europeas», dice De Saja.

Fue «otro golpe considerable» que tuvo su repercusión en la disponibilidad y en los precios de las materias.

UN AÑO «PARA OLVIDAR PERO CON UNA LECTURA POSITIVA: LA ESPECTACULAR RESILIENCIA Y CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN DE LA INDUSTRIA DEL PIENSO”

En la parte negativa, De Saja también incluye el impacto de la influenza aviar en Europa que ha reducido las cabañas y la demanda de pienso ha bajado.

Por lo tanto, un año «para olvidar» pero con una lectura «positiva»: «Se ha demostrado la espectacular resiliencia y capacidad de adaptación y de servicio de esta industria».

Las fábricas han acabado el año con la «esperanza» de que vengan «tiempos mejores» porque «hay motivos» para pensar que el precio de las materias primas tendrá un «mejor comportamiento», tal y como ya está ocurriendo, aunque puede que no baje a un ritmo «tan rápido como el que queremos».

Por eso, a día de hoy, no temen que en 2023 haya falta de suministro de cereales: «Habrá suficiente de unos orígenes u otros», recalca.

También la situación de escasez de cereal procedente de Ucrania llevó a las autoridades a flexibilizar los requisitos para comprar maíz y otros cereales en el continente americano.

De Saja reconoce que la Administración española «estuvo a la altura» para facilitar la llegada de suministro.

Más allá de la importancia que tienen los cereales y las oleaginosas en la formulación de la alimentación para los animales, también están los «micronutrientes» como vitaminas, aditivos, fosfatos o minerales.

Con la crisis actual, la industria del pienso «se ha dado cuenta de que es dependiente, en demasía, de las importaciones» de esos componentes.

El caso es que es «no hay alternativas fáciles» en los mercados internacionales para su compra como sí lo hay, en cambio, para cereales y oleaginosas.

Con este contexto, De Saja tiene claro que la producción de pienso en España en 2022 se reducirá «aunque más bien poco» debido al descenso de la cabaña ganadera.

Será mayor, intuye, la caída de producción en otras zonas de la Unión Europea.

De cara a este 2023, De Saja hace un llamamiento para que esta industria consiga «alternativas de suministro» a dichos micronutrientes.

También será un ejercicio decisivo para «ver cómo se gestiona» el futuro reglamento comunitario de lucha contra la deforestación que afectará previsiblemente a la entrada de soja y de otros alimentos como el cacao o el café.

Se trata, incide, en el «reto normativo más importante que tiene el sector desde la época del mal de las vacas locas».

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