"Es un proyecto que se llama Ribera d’Ebre Viva’ que se viene trabajando desde los últimos dos años. Los primeros trabajos de prospección se realizaron el año pasado en Holanda y este año decidimos que iríamos a Rusia. Y prevemos de cara al año que viene Emiratos Árabes y Catar", explica el presidente comarcal, Jordi Jardí.
El microclima más cálido de la Ribera d’Ebre permite adelantar la cosecha respecto a zonas con mucha más producción y este es un factor clave para abrir mercado y promover precios más dignos tanto para agricultores como para distribuidores. Algunos de los principales productores de fruta ya han cerrado contactos y se espera que también sea así con el aceite.
"La respuesta de la fruta ha sido extraordinaria. Volvieron encantados porque ya hay algunos de ellos, como Cerima Cherries, que tienen sobre la mesa contratos para exportar esa misma campaña. Y en cuanto a los de aceite, ya hay solicitudes para venir a ver cómo producimos y en qué entorno hacemos nuestro aceite", continúa Jardí.
Nunca habían comprado fruta del árbol
Por su parte, "los distribuidores se mostraron sorprendidos de ver que por primera vez alguien les llevaba fruta del árbol y llegaba a ellos prácticamente como consumidores finales. Ellos están acostumbrados a comprar en Holanda, donde hay un centro de redistribución mundial, y también en Perpiñán (Francia), y compraban la fruta catalana", según el relato del presidente comarcal.
La expedición a Rusia duró 10 días, los primeros, protagonizados por los 3 principales productores de la fruta dulce, en San Petersburgo y la última parte del viaje en Moscú, donde fueron los 17 productores de aceite de la comarca.
El consejo destinó un técnico del ente comarcal y una empresa especializada en prospecciones comerciales.
Por su parte, los productores se pagaron el viaje, aunque el Consejo les proporcionó también los transportes interiores y un servicio de traductor.