La Generalitat activó el protocolo de medidas preventivas, que supuso la toma de muestras, la inmovilización de las gallinas, el sacrificio de las afectadas -unas 13.000- así como la desinfección de la instalación, al tiempo que comunicaba el caso al Ministerio.
Según explicó Agricultura en su momento, debido a que no existe ninguna otra explotación de aves dentro del perímetro de un kilómetro, que está establecido como radio de vigilancia durante 30 días, no había posibilidad de diseminación de la enfermedad.
De todos modos, las analíticas realizadas en la explotación más cercana fuera de ese radio dieron resultado negativo.
La Generalitat hizo hincapié en que el virus afectó a una explotación de gallinas reproductoras, por lo que ni éstas ni los huevos estaban destinados al consumo.
Tampoco se encontró ningún caso de afectación a las personas entre las que estuvieron en contacto con los animales, tanto dentro de la explotación como fuera.
Pese a todo ello, el gobierno de Hong Kong anunció, tras conocerse esta detección, la prohibición temporal de la importación de aves de corral y productos avícolas, incluidos los huevos, de Cataluña.