La falta de lluvia y los costes de producción son dos factores decisivos en el precio del aceite de oliva en origen que, unidos ahora a una drástica reducción de la cosecha, cercana al 60 por ciento en Andalucía, conforman la «tormenta perfecta» que hace que el valor del «oro líquido» se mantenga alto sin previsión de bajada a corto plazo.
«El mercado del aceite de oliva es de todo menos lógico», apunta a EFE el secretario general de UPA de Andalucía, Cristóbal Cano, por lo que hacer previsiones de la evolución del precio se antoja «muy complicado», aunque lo que se da por seguro es que «no bajará» a corto plazo.
«No veo posible que baje rápidamente ya que al agricultor no le sigue compensando la producción», apostilla a EFE el presidente de ASAJA Andalucía, Ricardo Serra, quien define la situación del sector como «muy complicada» por la coyuntura de la «falta de lluvia», los «altos costes de producción» y la importante «reducción de la cosecha».
En 2020, el sector sufría una situación anómala de bajo valor del aceite de oliva, la llamada «crisis de precios» que se situaban en una media de casi dos euros por kilogramo, mientras que los costes de producción, según el estudio elaborado por la Asociación Española de Municipios del Olivo (Aemo) se elevaban a más de tres euros.
PANDEMIA, GUERRA Y SEQUÍA
Desde entonces, ambos índices han aumentado considerablemente por factores tan diversos como la pandemia, donde hubo mayor demanda que elevó el precio del aceite de oliva virgen extra hasta los 3,36 euros por kilogramo en enero de 2022, o la guerra en Ucrania que, unida a la falta de lluvia en el último año, lo han disparado hasta los 5,30 euros a principios de 2023.
Por su parte, los costes de producción han ido aumentando considerablemente hasta alcanzar los más de ocho euros a día de hoy, lo que unido a la drástica reducción de la cosecha auguran una tensión en el mercado que «no se puede predecir», añade Serra.
«Estamos ante la peor campaña del siglo», sentencia Cano, quien advierte de que los olivareros van a pasar «un año de 24 meses» con la esperanza «fundamental de que llueva y que llueva mucho» para que «se revierta la situación». «El árbol tiene memoria, y si no tenemos mucha lluvia en marzo la situación se va a poner mucho peor», pronostica Serra.
Ahora mismo la «incertidumbre es brutal», continua el secretario general de UPA, ya que si no llueve «tendremos un escenario difícil de describir», si bien parece que los costes de producción se van «estabilizando» y eso se debería traducir en una disminución del valor de la «energía o los fertilizantes».
COSTES QUE SUBEN COMO UN COHETE Y BAJAN COMO UNA PLUMA
Factores que, con la reducción de la cosecha, «están condenando al sector y que, de no moderarse, puede motivar que «se traslade al consumidor», advierte Asaja, que demanda una «atención decidida» al sector del campo que «no podrá aguantar mucho más».
«La primavera meteorológica será clave», reitera Cristóbal Cano, quien ha reconocido su escepticismo ante la previsión de bajada de costes de producción que augura el Ministerio de Agricultura.
«Los costes suben muy rápido, a la velocidad de un cohete, pero luego bajan a la velocidad de una pluma», según expone Cano, que recuerda, por ejemplo, que a final de 2021 el precio del gasoil agrícola estaba «entre 0,8 y 0,90 céntimos el litro y hoy día sigue a más de 1,20».
De esta manera, el futuro es «impredecible» ante un mercado «poco lógico» ante los precios. Por el momento «no bajarán», mientras que la reducción de cosecha «los tensionarán» y la evolución tanto de la guerra de Ucrania como de la lluvia en los próximos meses marcarán la tendencia a medio plazo del valor del «oro líquido» español.
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