Aurelio Pérez / Coordinador de COAG CASTILLA Y LEÓN. COAG CASTILLA Y LEÓN tuvo que salir al paso de la esquizofrenia ideológica que vive el Gobierno y pedir al ministro de Agricultura, Luis Planas que difundiera la labor real que desarrolla en la alimentación, en la sociedad, en el medio rural o en la economía el sector ganadero español. Y, sobre todo, que se erija en portavoz de la agricultura y la ganadería (al fin y al cabo, cobra por ello) en este camarote de los hermanos Marx que es el Gobierno de Pedro Sánchez.

De repente, el titular de esta tropa, Pedro Sánchez, ha desvelado su debilidad por los chuletones, debilidad que le ha sido impuesta por su spin-doctor Iván Redondo para apagar el incendio forestal que prendió sin recato el ministro de Consumo, Alberto Garzón. Pero es que el jefe de la tropa sólo hace un par de semanas que elogió la carne falsa y denostó la ganadería con todo el coro de manidos y falsos datos al presentar la Estrategia España 2050. De nada parece servir que todos los indicadores internacionales confirmen que el patrón de dieta y de estilo de vida de nuestro país es de los más adecuados del mundo, situando a España como el país más saludable del mundo y con mayor esperanza de vida.

 

Mientras, el ministro de Ciencia, Pedro Duque, se dedica a financiar con más de 3 millones de euros a firmas de carne falsa, que también lanzan sus consabidos misiles a la ganadería. La industria emergente de la carne de laboratorio se ha revelado como la amenaza más seria para la ganadería tradicional, que en nuestro país emplea de forma directa a más de medio millón de personas, mientras que las industrias cárnicas y el comercio minorista ocupan a cerca de 200.000 empleados. La actividad ganadera se desarrolla en más de 350.000 granjas de toda la geografía nacional que hacen una aportación de 16.000 millones de euros a la producción final agraria, de acuerdo con los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Y en el corolario de despropósitos, el Ministerio de Transición Ecológica de Teresa Ribera, la “ministra a la fuga”, publica unos datos completamente diferentes a los que arroja el Ministerio de Consumo contra el sufrido ganadero. Es más, sorprendentemente la amiga del lobo, se saca unos datos más cercanos a las tesis de los ganaderos. Y es que los datos oficiales del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero (MITECO 2020) atribuyen a la producción ganadera de carne únicamente el 7,8% del total de emisiones de GEI de nuestro país, frente al 14,1 % que le atribuyó Garzón.

Los profesionales ganaderos son perfectamente conscientes de los retos medioambientales que afronta nuestra sociedad en todas sus actividades y por ello están trabajando e invirtiendo grandes recursos para conseguir un modelo de transición ecológica global, así como una producción ganadera más sostenible, circular y neutra en emisiones, desarrollando nuevas técnicas de producción con un menor impacto ambiental. En España, el ganado pastorea más de 25 millones de hectáreas, que son áreas no son aptas para la agricultura y no se destinan ni pueden destinarse a este fin. El pastoreo es beneficioso para el equilibrio natural de los ecosistemas, la fijación de carbono en el suelo y el aumento de la fertilidad del suelo. Además, es fundamental para la limpieza del monte y la prevención de los incendios forestales.

Mientras tanto, este pandemónium esquizofrénico es lo que nos gobierna. En la pandemia, en la economía, en los equilibrios territoriales. Alguien dijo: “Tenemos el Gobierno que tenemos, porque somos el país que somos”.

Algo hemos hecho fatal.

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