EFE.- La humilde bellota es el fruto característico de los árboles del género Quercus, entre los que figuran especies como las encinas, los robles o los alcornoques, y, aunque la más conocida es la variante "ilex ilex", de aspecto alargado y sabor amargo, también existe la "ilex ballota", ovoide y con un más agradable gusto dulce.

La producción frutal de la dehesa es muy variable, en función de características como la densidad y diversidad de árboles y especies, pero algunos estudios como "Bellotas, el alimento de la edad de oro" elaborado por expertos de la Universidad de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Illescas, estiman la media de producción en España en unos 550 kilogramos por hectárea, con un volumen total de unas 300.000 Tms por año.

Las referencias a la bellota como alimento son universales y, en el caso español, se remontan a tiempos prehistóricos: más tarde, en la época de la antigua Roma, el historiador Estrabón documentaba que los pueblos hispanos prerromanos fabricaban con ella el pan con el cual se alimentaban "durante dos tercios del año".

Los nativos norteamericanos también la consumían en forma de pan, mientras que los antiguos japoneses elaboraban pasteles con ella y los alemanes sometidos al bloqueo aliado durante la Primera Guerra Mundial la utilizaron como sustituto del café, entre otros pueblos y épocas.

Con semejantes antecedentes, la reciente propuesta del chef portugués Pedro Mendes, que la incluye como ingrediente gourmet en platos como crema de bellotas con setas, croquetas de bellota y miel o conejo asado con bellotas, no resulta tan novedosa.

El último libro del jefe del cocina del restaurante Narcissus Fernandesii ubicado en el lujoso hotel de Vila Viçosa en el Alentejo es un recetario titulado "El renacer de la bellota"que defiende sus virtudes culinarias a través de una treintena de formas diferentes de prepararla, que él mismo utiliza en su carta "con una aceptación fantástica de los clientes" según declaraba hace unos días a EFE.

Algunos expertos incluso afirman que la bellota tiene un buen perfil nutricional, hasta el punto de que podría haber sido una buena candidata para sustituir al pan elaborado con trigo en todo el mundo occidental.

Si no sucede así es debido al lento ciclo vital de los árboles que la producen, que tardan bastante más en crecer que las espigas de trigo y por tanto dificultan la rentabilidad del fruto, y por la casi invisible pero dura competencia de las ardillas, aficionadas a recolectarla y acumularla en grandes cantidades en sus propios escondites en el bosque.

En el caso español, el alcornoque es uno de los principales productores de bellota y de hecho la Península Ibérica figura como el área con mayor superficie de alcornocales de todo el mundo.

Pese a ello, este árbol está amenazado, principalmente por la falta de regeneración natural, el creciente abandono al que está sometido el campo en nuestro país y el descenso de su rentabilidad como productor de corcho ante la rivalidad del plástico.

Precisamente para estudiar la viabilidad de los alcornocales la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente organiza la próxima semana, 22 y 23 de enero, en Madrid una conferencia internacional que examinará la situación de estos bosques en España, Portugal y Francia.

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