Según Ibáñez Pascual, quien ha obtenido la graduación de doctor con esta tesis, la cubierta vegetal es una herramienta eficaz para equilibrar el desarrollo vegetativo y productivo del viñedo y que, a su vez, favorece una mejor exposición y microclima de racimos, lo que logra aumentar la calidad de los mostos y vinos obtenidos.
En su estudio, ha tomado como referencia la variedad de uva tempranillo, mayoritaria en la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja, y ha planteado cinco tratamientos de estudio: laboreo, cubierta vegetal espontánea, cubierta vegetal sembrada, sistema mixto laboreo-cubierta espontánea y sistema mixto laboreo-cubierta sembrada.
Los resultados obtenidos revelan que las cubiertas vegetales han logrado limitar el rendimiento, con respecto al laboreo, principalmente, a través de una disminución de los pesos del racimo y la baya.
Asimismo, han reducido el desarrollo vegetativo de la cepa y se han obtenido pesos de la madera de poda y del sarmiento más bajos que en el laboreo.
En lo relativo a la calidad del mosto y del vino, el estudio refleja que las cubiertas vegetales han contribuido, en general, a aumentar la concentración de azúcares y el grado alcohólico, así como la carga polifenólica, y han reducido la acidez como consecuencia de un incremento en el contenido en potasio de la baya.
Por su parte, ni el nivel total de aminoácidos ni el de nitrógeno fácilmente asimilable se han visto afectados significativamente por el tipo de mantenimiento del suelo empleado.
Entre otros aspectos, en la valoración organoléptica se ha mostrado una preferencia general hacia los vinos procedentes de los tratamientos con cubierta vegetal.