EFE.- García Calvo, catedrático de Química en la Universidad Complutense de Madrid, recalcó que no se trata de dirimir responsabilidades, ni culpar a nadie, sino identificar que los nuevos hábitos de consumo y los estilos de vida social generan nuevos problemas que hay que afrontar.

Las estaciones depuradoras de aguas residuales están diseñadas en la actualidad para tratar materia orgánica, pero no los contaminantes químicos que ahora reciben, como los restos de medicamentos que se excretan en orina y heces, manteniendo su fórmula original o con pocas reacciones, dijo.

Su investigación, en la que lleva trabajando cuatro años, analiza y describe el comportamiento de un grupo de fármacos no convencionales para determinar si con modificaciones en las operaciones de depuración convencionales se puede disminuir su concentración en el agua tratada.

Es un trabajo "arduo y complicado" en el que están involucrados muchos grupos de investigación en todo el mundo, subrayó el experto, tras mencionar que solo en el mercado europeo hay disponibles mas de 3.000 medicamentos de uso humano y 300 de uso veterinario y que solo 33 sustancias químicas cuentas con normativa concreta de vertido.

"Estamos hablando de trazas de fármacos en concentraciones extraordinariamente pequeñas y podemos afirmar que individualmente no representan una amenaza ni para el ser humano ni para el medio ambiente, pero hay mas dudas sobre su efecto conjunto", indicó.

La ciencia y la investigación tienen que apuntar al principio de precaución para abordar los temas emergentes y no hay que descartar las sinergias químicas de los contaminantes que, además, tienen efectos residuales.

García Calvo recalcó que no hay aún una normativa, ni en Europa ni en el resto del mundo, para regular los vertidos o el tratamiento de estos nuevos químicos que tarde o temprano, por su persistencia, llegan a las fuentes naturales de agua.

Su propuesta es determinar la evolución de los compuestos a lo largo de los sistemas de tratamiento y recomendar modificaciones que garanticen su eliminación o reducción.

El principal problema identificado es el inevitable encarecimiento de los procesos de tratamiento de agua y que "no hay una receta concreta" por la complejidad de los vertidos según las zonas rurales o urbanas e incluso entre esas dos clasificaciones.

Hasta el momento, el tratamiento biológico, el proceso en el que microorganismos "digieren" o se alimentan de los residuos, es el que resulta mas eficaz, con un 99 % de actuación sobre los contaminantes.

"Es definitivamente en el proceso que hay que incidir", declaró.

También analizan los resultados de los "filtros verdes", grandes superficies de vegetación en las que se vierte el agua servida, que ha pasado solo por un colador para las grandes partículas y son las raíces de árboles y plantas las que de forma natural depuran los residuos.

Es necesario preparar el terreno, colocar filtros que detengan los contaminantes para que no lleguen a los acuíferos y conocer bien el substrato litológico (rocas) y la inclinación.

Este método, que se ha puesto en práctica en algunas pequeñas poblaciones del norte de Madrid, se recomienda solo para grupos de no mas de 2.000 habitantes en zonas rurales con extensas zonas aledañas de tierra baldía.

Sobre su trabajo futuro, Eloy Calvo identifica mas contaminantes emergentes, como las nanoparticulas, cuya evolución se desconoce por completo. Algunas, como la del oxido de titanio que se utiliza en los protectores solares, o los dendrímeros, estructuras complejas de alto peso molecular que se usan como "portadores" de fármacos, ya están en los desagües de nuestras casas.

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