Este nuevo contratiempo coloca a los agricultores de flor cortada, en opinión de la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agrarias, ante una difícil situación y "abocados al cese de la actividad, tras un ejercicio con precios por debajo de costes de producción y en el que han visto como el tipo impositivo que se aplicaba a su cultivo subía trece puntos, del 8% al 21%, complicando más si cabe el día a día de un sector que atraviesa sus peores momentos".
La flor cortada vivió su época de esplendor a principios de los años noventa. En aquel momento se registraba una superficie dedicada al cultivo de más de 700 hectáreas en el Bajo Guadalquivir, repartidas entre las provincias de Cádiz (75%) y Sevilla (25%). A partir del año 2000, el área de cultivo fue disminuyendo progresivamente hasta quedar tan sólo unas 200 hectáreas, lo que significa que se ha perdido más de 70% de la superficie en poco más de una década.
La acusada falta de rentabilidad de las explotaciones ha sido la causa fundamental. Sin embargo," ahora, el incremento del IVA y los daños producidos por la ciclogénesis explosiva, con vientos que han superado los 100 kilómetros a la hora, pueden determinar una campaña catastrófica y suponer la puntilla a este sector en la comarca, pese a ser una de las principales zonas productoras de España", según Faeca.