Eladio Aniorte Aparicio / Presidente de ASAJA Alicante – Jóvenes Agricultores
El pasado 23 de junio la Unión Europea y la Política Agraria Común (PAC) asistieron a uno de sus mayores golpes, fracasos, contrariedades y retrocesos en sus más de 50 años de historia. El referéndum celebrado en Reino Unido dejó al descubierto que los británicos pasan olímpicamente de este organismo que hemos construido.
Bajo mi humilde opinión, no hay nada que celebrar. Sin duda, es una mala noticia sin paliativos. De hecho, a las pocas horas de publicarse los resultados de las votaciones, observamos con impotencia los impactos negativos inmediatos, tanto en las bolsas europeas, como en las internacionales, así como en la prima de riesgo y los tipos de cambio.
Algunos “expertos”, por llamarlos de alguna manera, han querido quitarle hierro a este hecho tan grave, aludiendo que se abre ahora una nueva oportunidad para esta institución y los países que la componen. Es posible, puede ser, pero, para que el Brexit se convierta en una oportunidad, mucho tienen que cambiar las cosas, empezando por destronar los privilegios, y siguiendo por luchar por un aparato administrativo más dinámico y capacitado que hasta la fecha. Con esto quiero decir que la UE debe tomar conciencia urgente de que este sistema de eurodiputados aburguesados y mediocres, no sirve. El Brexit es un primer toque de atención. Reuniones, propuestas, iniciativas, debates, avión de vuelta para casa… en definitiva, mucho envoltorio, pero mejoras y soluciones, cero. Ya es hora de que esta institución escuche y saque conclusiones del rechazo británico y comience una refundación de estructuras básicas para que los cimientos dejen de tambalearse inciertamente.
Sería una irresponsabilidad restar importancia al Brexit y tildar como anécdota el abandono del Reino Unido. Es cierto que los británicos nunca estuvieron mínimamente comprometidos con la UE. Es cierto que han sido uno de los países de los Estados miembros más incómodos, manteniendo una posición crítica y abiertamente hostil hacia la PAC y otros instrumentos tipo de la Comisión Europea. Sin embargo, no debemos olvidar que el Reino Unido es un socio contribuyente neto de la Política Agraria Común (aporta más fondos de los que recibe) y, por consiguiente, es un estado de máxima importancia en el momento actual.
Desde ASAJA Alicante siempre hemos denunciado que en este organismo se sigue a pies juntillas lo que dicen Alemania y Francia. Hemos manifestado en reiteradas ocasiones la marginación que sufre la agricultura mediterránea en favor y beneficio de la agricultura continental. Y es que, todos los intereses de la UE en su conjunto están supeditados a lo que deseen estos dos Estados miembros “insignes”, incluso los de Reino Unido. Somos mera comparsa y nos hemos cansado de no pintar nada.
¿Hasta cuándo va a durar esta estructura? En este contexto es evidente que un país tan importante en términos sociales, históricos y macroeconómicos no esté en condiciones, o mejor, no quiera estarlo, de aguantar más y haya decidido abandonar sorpresivamente y de forma anticipada.
Con todo esto quedan desvelados los profundos déficits de una UE que parece haber olvidado lo que es unión y lo que es Europa, y que se ha mostrado incapaz de resolver y dar respuesta a los principales problemas que ha tenido que abordar como, por ejemplo, la crisis financiera (Banco Central Europeo), el problema de los refugiados, la lucha contra el terrorismo islámico, el TTIP, la democracia representativa y sus instituciones parcas, etc.
La UE que hemos construido debe dar un paso al frente de forma urgente y directa porque, actualmente, no ofrece respuestas efectivas. Todo funciona con retraso, a pasos lentos y torpes, ofreciendo una imagen de ejército de funcionarios y políticos bien pagados, con residencia en Bruselas, ajenos a los problemas reales de la población de los Estados miembros. Sin duda, el Brexit ha resquebrajado nuestro sistema y ha creado una brecha que sólo cicatrizará si empiezan, entre otras muchas tareas, por eliminar una burocracia mastodóntica que soportamos todos los europeos y que entorpece el funcionamiento de las instituciones, por la supresión de un número de parlamentarios excesivo que lo único que consigue es que la disputa política obstaculice la toma de decisiones económicas que deben ser urgentes y eran la base de la Unión Europea, y por tener en cuenta en igualdad de condiciones y con las mismas oportunidades a todos los países a los que representan.