La Industria Agroalimentaria es un claro motor económico de nuestro país, siendo a día de hoy un importante generador de empleo que ha logrado convertirse en el primer sector industrial en términos de facturación. Demuestra así, su gran fortaleza ante la crisis económica. Los últimos datos de 2014 de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) así lo demuestran: supone el 2,7% del Producto Interior Bruto (PIB) de España, incrementó su producción un 2,6% hasta alcanzar los 91.000 millones de euros de facturación, logró un crecimiento del 1,8% en afiliación a la Seguridad Social con 380.077 trabajadores, representa el 16,8% del Valor Bruto Industrial (VAB) e incrementó sus exportaciones un 5,5%. En base a los datos de ventas netas, el sector agroalimentario es el cuarto de Europa y el octavo a nivel mundial.
Los retos que afronta la Industria de Alimentación y Bebidas le sitúa como sector estratégico para potenciar y estabilizar la evolución de la economía española, destacando el propósito de alcanzar un buen funcionamiento y desarrollo de toda la cadena de valor del sector. En términos cuantitativos, el objetivo planteado hasta 2020 se traduce en un crecimiento sostenible en ventas netas, 4% anual, una mejora de la productividad estimada en generar 60.000 empleos, así como llegar a un nivel de exportaciones equivalente al 40% de la producción. Como principales pilares para conseguirlo, la industria se apoya en la eficiencia, la creación de valor, la internacionalización y la dinamización del sector.
Dentro de las palancas competitivas que se han definido para alcanzar los retos planteados, la I+D+i, la Financiación y la Cooperación, son piezas claves que ayudarán a un mayor crecimiento del sector. El propósito es acercar la ciencia a la empresa alineando la innovación con las necesidades reales que demandan los consumidores, abrir nuevos canales de venta a través de la internacionalización, así como conseguir fuentes de financiación alternativas y sostenibles que ayuden a las empresas a tomar posiciones en un mercado cada vez más globalizado gracias a su eficiencia y creación de valor, abordando una colaboración conjunta de todos los actores de la cadena alimentaria.
La innovación ha de abarcar no sólo la eficiencia de los procesos, sino la calidad de servicio así como la creación de alimentos que aporten valor, tanto al consumidor final como al cliente, centrados en la salud, la sostenibilidad, el sabor y la conveniencia. Si bien durante los últimos años hemos asistido a altos niveles de inversión en I+D+i por parte de las empresas para la mejora de los métodos de conservación de los alimentos, su trazabilidad, seguridad alimentaria y en tecnología de la transformación con el fin de producir más y mejor, es fundamental aumentar la colaboración en materia de I+D+i con Universidades y Centros de Investigación a fin de avanzar en materias como las Ciencias de la Vida, la creación de alimentos del futuro, la nutrición y la Salud. En definitiva, promover el desarrollo de la innovación, ciencia y tecnología en aquellos ámbitos que afecten directamente a la competitividad, tales como la innovación en procesos productivos, innovación en productos, creación de valor añadido y fomentar la comunicación entre canales y clientes.
Para dar impulso a la innovación en el sector, la FIAB propone la creación de un consorcio mediante la creación de un Partenariado Público Privado (PPP) nacional, que incluya tanto a empresas como Centros de Investigación públicos, privados y Universidades, así como entidades financieras. La PPP sería una spin off de la Plataforma Food For Life Spain, que interaccionaría con la Administración Pública para cogestionar los fondos de ayudas a la innovación disponibles en Europa, en el ámbito nacional y regional. De esta forma, se facilitaría la financiación de proyectos innovadores a las pymes agroalimentarias, y en palabras de Federico Morais, director del Departamento de Innovación y Tecnología de FIAB, se crearía a largo plazo una clase media de pymes innovadoras.
A día de hoy, las empresas que comprenden el sector Alimentación y Bebidas, en su mayoría pymes, pueden contar con ayudas nacionales e internacionales así como incentivos fiscales para fomentar las actividades de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i). Además de contar con las líneas de financiación nacionales a las que las empresas han tenido y continúan teniendo acceso a través de diferentes organismos como el CDTI, MINECO, ENISA…, la Unión Europea sigue apoyando al sector agroalimentario en su programa H2020. Dentro de este Programa, el área de “Retos Sociales” aglutina la mayor cantidad de fondos con 29.679 millones de euros, de los cuales, 3.851 millones de euros se repartirán en Seguridad alimentaria, agricultura sostenibles, investigación marina, marítima y fluvial y Bioeconomía.
Además, a través del denominado Instrumento PYME de Horizonte 2020, dotado con 2.700 millones de euros, las empresas tienen una nueva vía de financiación directa sobre proyectos estratégicos de alto valor tecnológico en su sector o mercado. El Instrumento consta de tres fases: una primera de Estudio de viabilidad y Plan de Negocio, una segunda de Desarrollo y Demostración y una tercera de Apoyo a la Comercialización. En las Fases 1 y 2 la Comisión Europea ha elegido ya a pymes españolas como beneficiarias del ámbito de las nuevas tecnologías en alimentación, destacando la alta participación española que se convierte en el país que más propuestas ha presentado.
Otra de las fuentes de financiación directa de la innovación provienen del Real Decreto 475/2014 sobre bonificaciones en la cotización a la Seguridad Social del personal investigador, que recupera el incentivo por el cual las entidades cuyos trabajadores con dedicación en exclusiva a actividades de investigación y desarrollo e innovación tecnológica (I+D+i), pueden obtener una bonificación del 40% en las aportaciones empresariales a las cuotas de la Seguridad Social por contingencias comunes. El incentivo mantiene además la compatibilidad con otras ayudas para pymes innovadoras y amplía el ámbito al régimen de deducción fiscal por actividades de investigación y desarrollo e innovación tecnológica.
En cuanto a incentivos fiscales, las empresas innovadoras pueden optar a las deducciones fiscales en el Impuesto de Sociedades. A día de hoy, son el principal recurso externo que utilizan las empresas para financiar la I+D+i. Sin embargo, debido a la actual situación económica desfavorable son muy pocas las empresas que obtienen un retorno fiscal sobre estos incentivos. Hasta el año 2013, la normativa fiscal delimitaba su aplicabilidad a tener beneficios a pesar de que permitía generar un crédito fiscal de varios años para aquellas empresas innovadoras que no disponían de cuota suficiente para aplicarse estas deducciones.
Tras la aprobación de la Ley de apoyo a los emprendedores y su internacionalización en 2013 se brindó la posibilidad de beneficiarse de forma más directa de estos incentivos fiscales, acelerando el periodo de retorno de la inversión en I+D+i. Uno de los puntos clave de esta nueva reforma fue la eliminación de las restricciones anteriores a la aplicación de las deducciones fiscales por I+D+i, posibilitando a las empresas poder aplicarse la totalidad de la deducción generada con un descuento del 20% de su importe hasta dejar a cero la cuota íntegra, quedando excluido el límite de deducciones sobre dicha cuota íntegra.
Todos estos instrumentos de apoyo a las empresas innovadoras son de vital importancia para fomentar la I+D+i en el sector Agroalimentario que se encuentra en constante transformación, a fin de cubrir las necesidades de una sociedad que presenta continuos cambios sociales y económicos. El gran esfuerzo que están llevando a cabo las empresas agroalimentarias pone de manifiesto la importante puesta en valor del sector de Alimentación y Bebidas a través de la innovación.