EFE.- En las zonas de influencia como estuarios, lagunas y deltas "el agua dulce es un motor de diversidad biológica y de potenciación de los stocks pesqueros", aseguró a EFEverde el experto, director del Centro Andaluz de Medio Ambiente y del grupo de investigación de Dinámica de Flujos Ambientales de la Universidad de Granada.
La demanda de la agricultura, el principal consumidor de agua, que en España requiere del 75 por ciento del recurso, repercute en el desarrollo de la pesca, insistió Losada, para quien la sobreexplotación no es el problema del sector.
"Hay que acabar con el concepto equivocado de que el agua que va al mar es agua perdida", sostuvo el experto, que este miércoles presentó su ponencia "Otras demandas mas allá del regadío" en la Real Academia de Ingeniería, de la que forma parte.
Losada, fundamenta sus argumentos en sus estudios en el comportamiento del golfo de Cádiz y la desembocadura del Guadalquivir.
Sus datos relacionan la descarga anual del río en el estuario con la evolución de la superficie agrícola de regadío en Andalucía entre 1931 y 2008 y utiliza al boquerón como un indicador de los cambios en el ecosistema.
En 1950, cuando el volumen máximo de agua almacenada en los embalses de la cuenca alcanzó los 1.646 hectómetros cúbicos, el aporte de agua al estuario fue de 5.000 hm3, mientras que en el año 2000, cuando el agua embalsada fue de 6.554 hm3, el agua que se descargó al río no superó los 2.000 hm3.
Según los registros de Losada, los años de mayor precipitación pluvial en Sevilla coinciden con los de mayor producción de arroz y algodón y una menor captura de boquerón en Cádiz.
La turbiedad del agua y el falta de oxígeno o hipoxia en el estuario, por falta de agua dulce, determinan las dificultades para crecer con las que se encuentra el alevín del boquerón, que supera la etapa larvaria en la plataforma aledaña, precisa el investigador.
El estudio mide además las regiones del litoral con influencia de agua dulce (ROFIs), los cambios en la distribución de nutrientes, la influencia del viento (levante y poniente), los cambios de temperatura, turbiedad, incidencia de la luz en superficie y la presencia de clorofila y oxígeno.
Miguel Losada, que es coordinador del máster oficial interuniversitario "Hidráulica Ambiental" y del Programa de Doctorado "Dinámica de Flujos Biogeoquímicos y sus Aplicaciones", resaltó además la importancia de la corriente que genera en un estuario la descarga de agua dulce, la circulación boyante paralela a la costa, como un elemento demostrado de productividad primaria.
"Con la contribución estable de agua boyante desde los llanos mareales y las lagunas litorales se refuerza de forma sostenible la diversidad biológica", añadió Losada, que apuesta por el conocimiento y la ciencia para revertir los problemas identificados y buscar modelos de convivencia de agricultura y pesca.
En el estuario del Guadalquivir el sistema se ha dañado por la mano del hombre, la falta de agua dulce ha incrementado la turbiedad que impide la incidencia de la luz, disminuye la fotosíntesis y reduce el nivel de oxígeno, denunció el catedrático.
Sin el oxígeno necesario, "el sistema es una cloaca emisora de CO2 imposible para la vida", subrayó.
Miguel Losada es premio 2011 de la Asociación Americana de Ingenieros Civiles (ASCE), la distinción más prestigiosa en el ámbito de la Ingeniería Marítima y Costera.