Cual kraken que habita en las oscuras profundidades del océano y sólo sale a la superficie para devorar y engullir todo lo que encuentra a su paso, en la vida política observamos a personajes que actúan del mismo modo. ¡Se empeñan en destruir hasta lo que funciona! La provincia de Alicante está sufriendo un duro revés y esta vez parece que va en serio. De nuevo, vemos como los políticos de Castilla La Mancha se empeñan en finiquitar el Trasvase Tajo-Segura. Hay 40.000 agricultores alicantinos que riegan de esta obra, que además, garantiza el agua para boca a más de un millón de personas de la provincia. ¿Qué hacemos con ellos? Ni lo han pensado.
Sorprende bestialmente que estas posturas no se consideren ilegítimas después de haber sido rechazadas democráticamente en el Estatuto del socialista José María Barreda. Es más, anonadados nos quedamos todos cuando vemos cómo la presidenta de Castilla La Mancha y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, está aprovechando su mayoría absoluta y el peso específico que posee en el Partido para imponer sus criterios a los varones de la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia.
A ellos nos dirigimos para que no se cansen de defender los intereses de sus autonomías. No pueden plegarse a los mandatos de una política, independientemente de la fuerza que tenga. Sólo se deben a los intereses de su región. No podemos consentir que quienes ostentan el poder y cobran sueldos desproporcionados para defender los derechos de los ciudadanos, no representen a quienes les han votado. ¡Que el horno ya no está para más bollos!
Por encima de todo, debe tenerse en cuenta que está en juego la agricultura que se desarrolla en la Vega Baja, que supone más del 40% de la renta anual agraria de la provincia. En realidad, los planes contra el Trasvase son tan incomprensibles, como trastornados porque también perjudican a quien cede el agua. Mucho dinero han recibido los manchegos en estos 30 años de buen funcionamiento de la obra hidráulica. En realidad, lo único que les motiva es el precio del hectómetro cúbico. Inmersos en la burbuja que les aleja de la realidad, parece mentira que desconozcan que si encarecen aún más el agua al reducir los aportes, tendremos que tirar la toalla. ¡Ese agua no se comprará! Pasará como con las desaladoras. Ya anunciamos en 2005 que nunca llegarían ni a funcionar porque no se puede sufragar la energía que consumen. Por ello, es el último recurso al que hay que recurrir.
Si los planes que más tememos prosperan, la agricultura de Alicante, Murcia y Almería quedará malherida. En realidad, en los encuentros que ahora desarrollan, no están negociando el Trasvase, sino la propia muerte de la agricultura mediterránea. Dicho sea de paso que deja mucho que desear la forma en la que se está tratando su fin. Las negociaciones secretas, desarrolladas con nocturnidad y alevosía, totalmente exentas de transparencia y de las que sólo se conocen filtraciones interesadas, nos están sacando de quicio. Los agricultores no callaremos jamás ante la política de hechos consumados y con la que nos están dejando con el culo al aire.
Además de enfadamos, en el tema del agua se demuestra lo poco avanzada que está nuestra sociedad. En California, no tienen ningún complejo con los trasvases y la necesidad de llevar el agua donde falta. Aquí, nos hablan de potenciar el sector agrícola y pretenden eliminar el regadío. Es un sinsentido y les debe quedar claro que si acaban con el Trasvase Tajo-Segura, pasarán a la historia como asesinos del crecimiento económico y pésimos gestores. Desde ya deben cambiar de manera radical su postura o nos veremos obligados a volver a salir a la calle para defender nuestro derecho a no morir de sed. Así, emplearemos todos los medios que sean necesarios para no ceder ni un ápice en la cesión de los aportes. Avisados quedan.