EFE.- Una investigación con expertos de varios países estudia en la provincia de Salamanca, por primera vez, los insectos de la dehesa que se alimentan de la madera de los árboles, dentro de un proyecto para conservar este ecosistema.

La Fundación Naturaleza y Hombre ha puesto en marcha el proyecto Campanarios de Azaba, una iniciativa financiada con fondos europeos Life que incluye una estación biológica, inaugurada hoy en Espeja (Salamanca).

El objetivo es obtener una serie de conclusiones mediante el trabajo de campo de expertos de las universidades de Salamanca y de Alicante, que se puedan extrapolar a los ganaderos y agricultores con el fin de mejorar el hábitat de la dehesa.

Uno de los proyectos que se desarrollan en la estación biológica, situada en una dehesa de 522 hectáreas, es el análisis de la evolución del ecosistema de la dehesa a través de los insectos que, en este caso, "actúan como bioindicadores", ya que ofrecen datos de la conservación del medioambiente.

Estafanía Mico, profesora de Zoología de la Universidad de Alicante, ha explicado a EFE que se ha puesto en marcha, a través de este proyecto, el primer análisis de insectos saproxílicos, que basan su alimentación en la madera de los árboles, que jamás se ha realizado en una dehesa.

Estos insectos, junto con moscas y escarabajos, se estarán muestreando mediante la colocación de trampas durante un total de doce meses, con la ayuda de expertos de España, Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido.

Aunque la investigación aún no ha terminado, Estefanía Mico ha avanzado que el estudio está resultado muy satisfactorio, ya que, hasta el momento, han catalogado más de cien especies asociadas a los árboles de la dehesa.

Además, han localizado a dos especies amenazadas: al Eupotosia Mirifica, un coleóptero, y a la Mallota Dusmetii, una mosca.

Por su parte, José Sánchez, profesor de Botánica de la Universidad de Salamanca y miembro del Centro de Investigaciones Agrarias Luso-Español, ha avanzado el trabajo que se desarrolla en Campanarios de Azaba para, a través de los hongos, conocer la evolución de la dehesa, tanto los datos favorables como los desfavorables.

En este sentido, Sánchez ha manifestado que el nivel de parásitos en los encinares es muy escaso, del 1 por ciento, lo que se entiende como un dato positivo en relación a la evolución de la dehesa.

También ha explicado que durante el trabajo de campo han encontrado 89 especies diferentes de hongos en la dehesa, dos de ellas catalogadas como especies amenazadas en Europa: la Torrendia y la Hericium Arenaceam.

En la estación biológica de Campanarios de Azaba se desarrollan, además, diferentes proyectos de conservación de la flora y de la fauna de la dehesa.

Se han colocado plataformas para que aniden aves amenazadas, como la cigüeña negra o el buitre negro, y se ha construido un muladar para que se puedan alimentar las aves necrófagas.

Esta zona del oeste salmantino conocida como Valle de Azaba, es, según el presidente de la Fundación Naturaleza y Hombre, Carlos Sánchez, el lugar de mayor concentración de milano real y el hábitat de mayor densidad de alimoche.

Otro de los objetivos del proyecto es la regeneración del conejo silvestre, con el fin de que no se rompa la cadena alimenticia del ecosistema de la dehesa.

Además, desde que hace dos años y medio se iniciara este proyecto de investigación, varios técnicos se dedican a la preservación de los árboles, con el fin de regenerarlos para aumentar su producción.

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