La compañía trabaja con restaurantes a los que suministra las carnes envasadas al vacío y menos con las carnicerías, ya que la alta concentración de hierro de este tipo de carne hace que oscurezca rápidamente en contacto con el aire, lo que retrae a los consumidores que prefieren las carnes de tono más rojo.

Ahora su gran baza de innovación y expansión está en los embutidos -chorizo, salchichón, cecina y mousse (que les fabrica una empresa francesa)-.

"Hacemos todo lo necesario para optimizar una granja que se encuentra a la mitad de su capacidad, con 300 pollos de avestruces que criamos cada año" y que no recibe ningún tipo de ayuda, como otras ganaderías que sí cuentan con primas comunitarias.

Según explican a Efeagro, el coste para la granja es muy alto, ya que con un engorde de 10 kilos al mes tardan nueve meses en alcanzar un peso de 110 kilos, que es el momento en el que se sacrifican.

"Hasta entonces todo son gastos", afirma Tomás Muñoz, quien recuerda la fuerte subida de precios que han registrado los piensos para alimentarles, ahora en 40 céntimos por kilo.

Dado que un avestruz consume entre 450 y 500 kilos en unos diez meses, el coste por animal sólo en alimentación es de 2.000 euros.

De la avestruz se aprovecha prácticamente todo, el huevo -las hembras ponen un huevo cada dos días entre abril y octubre-; la carne, que se comercializa tanto en fresco como para elaborar embutidos; el hígado, a partir del que se elabora la mousse, así como las plumas y la piel.

Esta última, sin embargo, provoca más dificultades, pues según reconocen es complejo localizar buenos curtidores de piel de avestruz, ya que su trabajo de preparación es más complejo.

Sumada a la innovación, la diversificación es otra opción para este tipo de granjas, que tratan de rentabilizar su inversión -en su caso fue de 100.000 euros- con actividades de turismo para particulares y colegios a los que muestran todo el proceso de producción, desde la incubadora y la nacedera.

Degustar un huevo de avestruz de dos kilos, los solomillos o su chorizo y salchichón, y los talleres de manualidades donde se pueden decorar las cáscaras de los huevos son otras de las actividades.

Todo ello, eso sí, en un entorno tranquilo lejos de los núcleos urbanos, pues el estrés afecta a los avestruces, que responden a él interrumpiendo el ciclo de puesta o adelgazando porque no comen, "lo que hace más difícil rentabilizar la explotación", detalla Sánchez.

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