EFE.- Los resultados de este estudio, publicado en Economic Botany, demuestran, según sus autores, «el valor del arte como instrumento para estudiar la evolución histórica de los cultivos de vid y la antigüedad de algunas variedades», informó el CSIC en un comunicado.
Las variedades identificadas fueron Loureira, Tinta Castañal, Albariño, Albarello, Dona Branca y Palomino Fino.
La investigadora Carmen Martínez explica en el escrito que «el estudio se basa en la comparación de las hojas y los racimos de variedades de vid reales con las que aparecen representadas en las columnas salomónicas de los retablos barrocos».
«En algunos casos -agrega- hemos encontrado un alto nivel de realismo, precisión y fidelidad en las representaciones», lo que «ha permitido identificar algunas variedades reales y confirmar en algunos casos su posible carácter autóctono y la antigüedad de su cultivo en las zonas vitícolas en las que se ubican las iglesias cuyos retablos han sido estudiados».
Tras la toma de imágenes de los retablos, los investigadores miden en el laboratorio numerosos detalles botánicos en las imágenes, con los mismos métodos y técnicas utilizadas para medir las hojas y racimos reales.
Martínez apunta que «en la bibliografía antigua hay nombres de variedades de vid muy concretas y ligadas a determinadas zonas, pero solo en algunos casos van acompañadas de brevísimas descripciones».
Aunque en el siglo XIX empiezan a aparecer algunas descripciones puntuales más amplias, que incorporan, en casos excepcionales, ilustraciones, que permiten identificar correctamente las variedades, se trata de excepciones.
En el resto de los casos, todavía hoy, continúa el debate en torno a los orígenes de muchas variedades, la antigüedad de su cultivo en zonas determinadas o los problemas de sinonimias y homonimias.
La investigadora concluye que «el hecho de ser capaces de identificar una variedad real en un retablo demuestra que en el siglo XVII esa variedad se cultivaba en esa zona concreta».