El estudio, dirigido por Cristina Nerín, con la colaboración de la empresa Magapor, es pionero en este campo y demuestra, por primera vez, la toxicidad de una mezcla de compuestos por contacto directo con los espermatozoides.
El estudio se inició tras detectar "altos niveles" de fracaso reproductivo en algunas granjas porcinas en la primavera de 2010, problema que "empezó de repente" y no se halló relación con la calidad de los eyaculados, las enfermedades, alteraciones de la condición corporal o cualquier otra razón.
Aunque pasaron los controles, el fallo se detectó en los ensayos en vivo
Se determinó que los espermatozoides conservados en estas bolsas pasaron todas las pruebas rutinarias de control de calidad y no se observaron diferencias entre el almacenamiento en las bolsas control y en las bolsas sospechosas.
El fallo se encontró en los ensayos en vivo, mientras en las pruebas de fecundación in vitro y en el análisis de panel de perfiles endocrinos no se observó ninguna alteración.
Este estudio demuestra por primera vez la toxicidad de compuestos procedentes de los adhesivos empleados en la fabricación de las bolsas de plástico y pone de manifiesto la importancia del control del material plástico y del adhesivo en los envases.