El estudio de la FSAI, que analizó 27 muestras de hamburguesas congeladas con fechas de caducidad fijadas entre junio de 2012 y marzo de 2014, determinó que el 37% contenía rastros de ADN de equinos y el 85% de porcinos.
De las 10 muestras que dieron positivo, nueve contenían en torno a un 0,1% de carne de caballo, mientras que en una del supermercado británico Tesco el nivel llegó hasta el 29,1%, según el documento.
Los productos contaminados, apuntó el informe, fueron elaborados en dos plantas alimentarias de la República de Irlanda y en otra radicada en el Reino Unido.
Ellard reiteró que estas tres compañías no se dedican "a la compra o tratamiento" de carne de caballo, al tiempo que explicó que los "ingredientes crudos de caballo" hallados en estas plantas provienen de Holanda y España".
"Estos ingredientes en particular, por lo que sabemos, no se utilizaron en la elaboración de las hamburguesas en cuestión. Simplemente estaban en el inventario de sus almacenes", explicó el directivo de la FSAI.
En el informe de la autoridad sanitaria, su director ejecutivo, Alan Reilly, aseguró que la presencia de carne de caballo no supone riesgo alguno para la salud.
"En Irlanda no tenemos costumbre de comer carne de caballo y, en consecuencia, no esperamos encontrarla en una hamburguesa. Igualmente, para algunos grupos religiosos o gente que se abstiene de comer carne de cerdo, la presencia de ADN de cerdo es totalmente inaceptable", declaró Reilly.