Los famosos pantanos del franquismo se multiplican en el cauce del Miño, entre Ourense y Lugo. Hasta secarlo. Con las ampliaciones aún en carne viva y sin finalizar de las centrales Os Peares II y Belesar II (empezaron en 2011 y ya entonces llegaron a vaciarlo en algún tramo), la Secretaría de Estado de Medio Ambiente somete ahora a información pública, con el río estos días de nuevo seco en el mismo entorno de esas obras, la declaración de impacto ambiental del “proyecto de modificación de características de la concesión” de ambos saltos. Esto es, la petición de Gas Natural de construcción de las centrales Os Peares III y Belesar III. La eléctrica matiza que no se trata de hacer nuevas presas, sino de instalar “nuevos grupos hidráulicos para un aprovechamiento más eficiente” de las aguas. Un río que hace tiempo que dejó de serlo para convertirse en una sucesión inacabada de embalses que cortan su cauce en 12 puntos consecutivos. La empresa reconoce que prevé un “incremento neto de energía” al mismo tiempo, dice, que disminuir “los vertidos actuales”.
Puntualiza, además, que busca un aumento de la energía generada que le permita “garantizar el suministro de electricidad en horas punta de forma rápida y eficaz” aprovechando para ello los excedentes que producen en horas valle sus parques eólicos.
Los grupos ecologistas sostienen que la única eficiencia que busca Gas Natural es el rendimiento económico. “Tiene demasiadas eólicas y le quiebran el sistema” en las épocas de mayor producción de energía y menor consumo. “Se trata solo de ganancia empresarial”, sostienen los portavoces de Ríos con Vida.
El enclave está protegido por diversas figuras medioambientales
En el caso de Belesar III, la resolución del Ministerio de Agricultura, publicada en el BOE del pasado 28 de diciembre, reconoce que la hidroeléctrica pretende “aprovechar los excedentes de generación eléctrica en horas valle de instalaciones como parques eólicos”. Un puro “criterio economicista enfocado solo a la mayor ganancia empresarial”, sostienen Adega y Ríos con Vida y a costa de la “total amputación del río” en un enclave con numerosas calificaciones de protección medioambiental y de patrimonio.
El ministerio enumera en el BOE cuatro Lugares de Importancia Comunitaria en el entorno de las obras que solicita la eléctrica y precisa, en referencia al enclave de la Ribeira Sacra, en donde se encuentran los embalses, que se trata de un “ámbito gallego muy singular”, el mosaico cisterciense que conforman numerosos monasterios que han prestado su nombre a algunos de los pantanos; una zona de la que el Estado destaca como principal “seña de identidad” la del “aprovechamiento vitivinícola” de sus laderas". Y alude junto a las gargantas y desfiladeros “muy bien representadas en este territorio” por el encajonamiento del Miño y el Sil, al efecto “paisajístico” de “las grandes infraestructuras de regulación hidráulica”. Un reconocimiento expreso de que la Ribeira Sacra, la ruta del vino y de los monasterios es, en realidad, la ruta de los embalses.
La empresa apela a derechos históricos amparándose en concesiones franquistas
Patrimonio reconoce la calificación de tres bienes histórico-artísticos y 12 etnográficos, la mayor parte de los cuales están en el entorno de protección del monasterio de Santo Estevo, declarado BIC (Bien de Interés Cultural) que presta su nombre a uno de los embalses de la Ribeira Sacra.
Y la Dirección General de Conservación de la Naturaleza, dependiente de la Consellería de Medio Ambiente, reseña que la actuación de la hidroeléctrica “compromete el normal y natural funcionamiento del ecosistema fluvial, afectando especialmente a las especies piscícolas”. Destaca, junto a ello, que con las obras que solicita la eléctrica se producirá un incremento “muy significativo” de los caudales solicitados e informa negativamente contra el proyecto.
Pero Gas Natural apela a sus derechos históricos. La empresa sostiene que tanto Os Peares como Belesar pertenecen a un mismo aprovechamiento del Miño y precisa que las instalaciones de ambas presas funcionan desde 1957 y 1964, respectivamente. Son dos de los embalses del franquismo exentos hasta ahora de cumplimiento del caudal ecológico.
Gas Natural asegura que las obras que está realizando (Belesar II y Os Peares II) cumplen, pese a secar el río, el Pacto Ambiental que suscribió con la Xunta para “hacer compatible el progreso económico y social con el respeto al medioambiente y a los recursos naturales”. Y afirma que sus obras persiguen “dar continuidad al Miño aguas abajo del embalse de Belesar” en los momentos en los que el primero de los pantanos (Belesar I) no turbina.
Pese a que de nuevo se ha secado el río -la primera vez por las obras que realizó Iberdrola- con la segunda fase e Belesar que Gas Natural lleva a cabo, la empresa insiste en que en lo que respecta a Os Peares, los grupos que pretende instalar “aseguran” la continuidad del agua en el cauce" aún cuando todavía no está turbinando, o que el embalse de Velle esté por debajo del nivel máximo.
Gas Natural asegura que Os Peares III y Belesar III serán reversibles. Esto es, que mientras la segunda central acumulará energía en forma de agua embalsada en las horas de menor demanda energética, la primera hará de contraembalse para un “correcto bombeo de caudales” gracias a la ampliación del embalse que la hidroeléctrica prevé llevar a cabo.
Los grupos ecologistas lo describen de otra forma: “Se trata de gastar energía barata por otra más lucrativa para la empresa en un momento de crisis en el que estamos en el 40% del uso de la capacidad eléctrica”, explican los representantes de Ríos con Vida.
La Ribeira Sacra no solo es la ruta de los monasterios y del vino. Es también parte del Camino de Santiago y estaba llamado a ser motor del turismo, pendiente aún de explotación de la Galicia interior. El Estado reconoce la importancia de las rutas fluviales por el Miño y Sil (últimamente interrumpidas por las obras de ampliación de los embalses) a través de catamaranes y de la práctica de deportes como piragüismo o vela, en el caso de Belesar.
La ampliación de los dos pantanos de los franquismo se suma a siete peticiones de nuevas hidroeléctricas —o sus ampliaciones— de los últimos meses de 2012. Pero la avalancha de proyectos no tiene fin. El año nuevo comenzó con la publicación en el BOE, el día 2, de la solicitud de la modificación y declaración de utilidad pública del aprovechamiento energético del río Sardiñeira, en el salto de Amieiros, en Saviñao (Lugo). La eléctrica, Senercal, SL, quiere obtener 4.000 litros por segundo en un río con un caudal ecológico de entre 260 y 480 litros.