Según se precisa, se trata de un tipo de tomate pensado para mercados locales en los que se busca la máxima calidad, ya que deben consumirse a corto plazo frente a otras variedades híbridas destinadas a la exportación.
En paralelo, según se explica, en el mismo invernadero se evalúa el empleo de 15 portainjertos para tomate, que proporcionen resistencia a diferentes enfermedades y virus, como una alternativa ecológica al uso de fumigantes de suelo, así como para resolver el complejo conocido como cansancio del suelo.
El injerto, añaden, también puede ser empleado para reducir problemas como la sequía, la salinidad o el encharcamiento del suelo.
Asimismo, el centro experimental ha dedicado otro de sus invernaderos al estudio de otras 20 variedades de tomate con el fin de evaluar cuales se comportan mejor en determinadas condiciones de cultivo.