Bernardo Funes / Responsable del sector de frutos secos de COAG a nivel estatal
El sector de los frutos secos en España tiene gran importancia económica, social y medioambiental en amplias zonas productoras. En concreto en almendra, somos los terceros productores mundiales con alrededor de 430.000 hectáreas y el segundo exportador mundial. El gran dominador del mercado es EE.UU. que marca tendencia en precios y ha favorecido el aumento de la demanda con fuertes campañas de promoción en India o China, por ejemplo. EE.UU. y Australia lideran la producción mundial con modelos productivos muy diferentes al más extendido aquí. Mientras en estos países se alcanzan rendimientos de 2.000-3.000 kg de grano/ha, en España rondamos los 125-150 kg de grano/ha. Mientras en estos países hay grandes explotaciones, en regadío y con alto grado de mecanización, el grueso de la producción española se sitúa en zonas de secano, desfavorecidas y, en muchos casos, sin alternativas productivas.
Asistimos en estos tiempos a una fiebre por el cultivo no sólo de almendra, sino también de otros frutos secos como el pistacho, y con determinadas condiciones de cultivo, con millones de plantones vendidos y incluso escasez de planta. Esto, desde luego, es positivo para la mejora del cultivo a nivel global, y para el posicionamiento en los mercados internacionales, pero sólo el 9% de la superficie de almendro en producción se encuentra en regadío de un total de 430.000 ha. También es necesario destacar que hay entorno a 100.000 ha de frutos secos en producción ecológica, siendo uno de los cultivos referentes en este modelo productivo y con una importancia considerable en la valorización de las producciones, entre otros.
El futuro parece prometedor para el sector en lo que a demanda se refiere, pero también emergen dificultades especialmente para aquellas producciones en zonas marginales, sin capacidad de riego e intensificación. En el caso de que se produzca una reducción en la situación actual de precios en origen se provocaría la expulsión de gran parte de los agricultores y de las hectáreas actuales en producción. La burbuja del olivar puede repetirse en el almendro.
Por ello, COAG viene reclamando a la administración un plan de reconversión, con dotación presupuestaria suficiente para que tenga impacto real en las producciones y comercialización, indispensable mejorar la capacidad productiva actual y aumentarla y que esté especialmente dirigido a aquellas explotaciones que puedan alcanzar un nivel de rentabilidad que las haga competitivas en el mercado, modernizando sus estructuras productivas y renovando aquellas variedades inadaptadas a las demandas de los consumidores. En la otra vertiente quedarían las superficies que tienen necesidad de un apoyo particular y los agricultores profesionales cuya renta procede básicamente del sector, para los cuales se ha de priorizar la ayuda estatal a la superficie, que debe recuperar las cuantías económicas de hace unos años, ya que la erosión de estos últimos la ha puesto al borde de su desaparición.
Líneas estratégicas de I+D+i
En cuanto a las necesidades de investigación e innovación, consideramos que es necesario seguir avanzando en mejora varietal. Se ha trabajado mucho y se continúa trabajando en este ámbito en los distintos centros públicos de investigación. En ese sentido, desde COAG siempre hemos animado y difundido estos trabajos, si bien debemos seguir avanzando, no sólo para las nuevas zonas de producción en regadío con altas aplicaciones de inputs, donde el almendro es tratado como un frutal más, sino también en zonas de secano y zonas desfavorecidas en las que el elemento primordial no es sólo la productividad, sino una producción equilibrada, estable, de alta calidad (dureza de la cáscara, aspecto de los frutos o presencia de almendras dobles), con polinización auto fértil, con alta resistencia a la sequía y floración tardía para afrontar las heladas, y también a plagas y enfermedades. Finalmente, entendemos que se deber investigar para consolidar la variedad Marcona como alternativa amplia y real para nuevas plantaciones, dado que se trata de la mejor variedad gustativa del mercado mundial.
Por otro lado, entendemos que gran parte del éxito de una variedad depende de su manejo, por lo que es necesario también avanzar en este campo. Del mismo modo, las necesidades en zonas de secano serán diferentes de las nuevas zonas de producción, con problemáticas diferenciadas en cuanto a diseño de plantación, formación y poda, riego (en su caso), fertilización, protección fitosanitaria, mejora en la recolección… Por ejemplo, los posibles problemas de asfixia radicular en plantaciones intensivas y superintensivas deben abordarse, pero también la fertilización, poda y manejo respecto a enfermedades en plantaciones de secano.
Capítulo especial merecen las plantaciones ecológicas, sobre las que la investigación debe ser particularmente intensa y diferenciada. Esta tipología de producción y manejo permite un valor añadido para el agricultor y su potenciación debe realizarse desde todos los ámbitos, incluido el sector investigador.
Por último, debemos trabajar para valorizar la almendra de gran calidad y muy apreciada que tenemos. En este sentido, son importantes dos aspectos: el desarrollo e implantación en campo y en comercialización de sistemas de detección de almendra amarga, para proceder a su eliminación, atendiendo a la trazabilidad de la cadena y, por otro lado, el fomento de estudios sobre salud y nutrición, que permitan potenciar el consumo de los frutos de cáscara.
Los investigadores, el sector innovador y el sector de frutos secos tenemos muy buena relación y la predisposición a la colaboración es muy elevada, como se viene demostrando desde hace años, si bien debemos ahondar en dicha relación y mejorar en determinados aspectos. Es imprescindible que en la investigación se consideren las necesidades y retos a los que se enfrentan los agricultores y agricultoras del sector, haciendo que sean el foco central de las investigaciones, especialmente en épocas de restricciones económicas como la que atravesamos. Por otro lado, los resultados de la investigación han de llegar al beneficiario último, el sector. En ambos caminos, una organización como COAG juega un papel relevante para servir de enlace entre los agricultores y el mundo científico y de investigación, por nuestra implantación en todas las zonas de producción del estado, por nuestra capacidad de relación directa y cercanía con los agricultores y agricultoras, además de por la cualificación de nuestro personal técnico.